JURÍDICO ARGENTINA
Doctrina
Título:"Minority Report". Los protagonistas olvidados
Autor:Lepin Molina, Cristián
País:
Chile
Publicación:Revista Ficción y Derecho (FICDER) - Número 2 - Junio 2019
Fecha:03-06-2019 Cita:IJ-DCCXLII-967
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Introducción
I. Antecedentes
II. Minority Report. Argumento
III. Análisis de la película
Conclusiones
Notas

Minority Report

Los protagonistas olvidados

Cristián Lepin Molina*

Introducción [arriba] 

La película Minority Report (2002) fue dirigida por Steven Spielberg, es protagonizada por Tom Cruise, y está basada en el texto de Philip K. Dick, publicado en la Revista Fantastic Universe (1956)[1]. Se trata de una película de ciencia ficción, en que la historia se desarrolla sobre las facultades extraordinarias de tres personas con habilidades precognitivas (denominadas “Precogs”), que pueden predecir el futuro; específicamente los asesinatos que ocurren en la ciudad de Washington en el año 2054. En base a estas capacidades, se elabora un complejo y “eficaz” sistema de prevención de los delitos, a cargo de una fuerza policial especial llamada “PreCrime” (PreCrimen).

El filme nos plantea una serie de problemas, de distinta naturaleza. Los más evidentes resultan de su argumento central, y dicen relación con el Derecho penal, la posibilidad de castigo o sanción penal a través de un modelo predictivo. Algunos de los aspectos relacionados con la culpabilidad, y otros relativos a la prueba o el debido proceso.

Otros problemas son de marcada naturaleza filosófica, como la relación con el factor “tiempo”, desde que en el desarrollo del filme se mezclan el futuro y el presente. Pero, todavía hay más, creemos que un análisis importante se puede plantear desde la dignidad y la libertad humana, considerando una doble perspectiva. La primera, dice relación con la vigilancia e intromisión en la vida privada de los ciudadanos, mientras que la segunda se refiere a la forma de vida de algunos de los personajes, en específico de los Precogs.

I. Antecedentes [arriba] 

Ficha Técnica Minority Report

Título Original

Minority Report

Año

2002

País

Estados Unidos

Género

Ciencia ficción

Director

Steven Spielberg

Música

John Williams

Fotografía

Janusz Kaminski

Guión

Scott Frank y Jon Cohen

A partir de un relato corto de Philip K. Dick (Minority Report. 1956)

Duración

145 minutos

Protagonistas

Tom Cruise (John Anderton)

Max von Sydow (Lamar Burgess)

Colin Farrell (Danny Witwer)

Samantha Morton (Agatha)

Kathryn Morris (Lara Anderton)

II. Minority Report. Argumento [arriba] 

En abril de 2054, el capitán John Anderton (Tom Cruise) es jefe de la fuerza de policía PreCrimen en Washington D.C. Esta oficina opera mediante la habilidad de tres hermanos, llamados "Precognitivos" o “Precog”, quienes pueden predecir los crímenes que se cometerán en la ciudad antes de que ellos se realicen. Con esa información, la policía detiene a los futuros criminales con anterioridad a que el crimen se concrete.

En el primer acto, los miembros de la unidad PreCrimen logran detener el asesinato de una mujer y su amante por parte del marido de ésta, quien al describirlos estaba por asesinarlos a ambos con unas tijeras.

Gracias a la utilización de estas personas y de sus especiales habilidades, se han logrado disminuir las tasas de criminalidad en un gran porcentaje, razón por la cual pretenden expandir el programa a todo el país. Investigando esta posibilidad, el Departamento de Justicia envía un representante, Danny Witwer (Colin Farrell), a inspeccionar el sistema.

Durante el curso de esta inspección, el sistema utilizado por la policía PreCrimen advierte que Anderton “asesinará premeditadamente”[2] a un hombre llamado Leo Crow dentro de un plazo de 36 horas. Al darse cuenta, John oculta esta predicción. Por su parte, mientras investiga el sistema y a su equipo, Danny Witwer descubre que Anderton es adicto a una droga llamada "Neuroina", adicción que comenzó después de que su hijo Sean desapareciera en una piscina pública y de que su esposa Lara (Kathryn Morris) lo dejara.

La predicción que había ocultado John es comunicada al poco tiempo a todas las autoridades, iniciándose la persecución de Anderton bajo la dirección de Witwer.

En su escape, Anderton comenta con Lamar Burgess (Max von Sydow), director de PreCrimen, la posibilidad de visitar a la Dra. Iris Hineman, creadora de los mecanismos de PreCrimen, para consultarla respecto a posibles fallas en el sistema. Ella le explica que el sistema es perfecto, que nunca se equivoca, pero que a veces los Precogs tienen visiones del futuro diferentes. En estos casos el sistema da datos utilizando sólo a dos de los tres Precognitivos (los que están de acuerdo). En estas hipótesis, se genera un informe de la opinión divergente, llamado "Reporte Minoritario", los que son destruidos, para evitar cualquier posibilidad de cuestionamiento al sistema.

Al ser cuestionada, la Dra. Hineman le dice a Anderton que la única solución posible a su problema es encontrar el reporte minoritario, para lo cual necesita llegar al Precog que dio tal discordancia, que es siempre Agatha (Samantha Morton), la “más fuerte de los tres”. Para ello, Anderton se somete a una cirugía de cambio de ojos, buscando evadir el Sistema de Reconocimiento Óptico de la ciudad, y utiliza un sistema de alteración facial.

Logrando su objetivo, Anderton secuestra a Agatha, provocando que los demás Precogs no puedan tener visiones. John lleva a Agatha a un centro comercial, lugar en que un Hacker logra extraer las visiones de la Precog femenina.

Además de mostrar nuevamente la visión del asesinato en que Anderton se ve implicado, en que no existe un Reporte Minoritario, recuperan un “Eco”, que es la visión de un crimen pasado (uno de los primeros crímenes detectados por el sistema). En esa visión se observa a una mujer llamada Anne Lively a punto de ahogarse, luego de ser arrastrada por un sujeto que no logra distinguirse.

Luego de huir, Anderton y Agatha se dirigen al lugar de la visión que inició todo este escape. En el edificio, al encontrar el departamento de Leo Crow, Agatha le dice a Anderton que aún tiene una opción respecto a su futuro. Ante la advertencia, John vuelve a asegurar que no matará al sujeto ya que ni siquiera lo conoce.

Ya en la habitación de éste, Anderton encuentra fotos de niños, incluyendo una de Sean, su hijo. Al llegar Crown a la habitación, confiesa haber secuestrado al niño y, a pesar de que luchan y Anderton está tentado de dispararle, decide en cambio arrestarlo.

En ese minuto, Crown le dice que un desconocido lo sacó de su celda y le dijo que si fingía ser el secuestrador del hijo de Anderton, su familia recibiría dinero y él sería libre. Como Anderson se niega a matarlo, Crown se suicida.

Witwer, suspicaz del sistema PreCrimen, descubre además que el “Eco” de Agatha no era tal, sino que alguien había imitado el modus operandi de uno de los asesinatos, simulando de esta manera un Eco. Preocupado, comparte esta información con Lamar, quien lo asesina.

Anderton y Agatha se dirigen a la casa de Lara. Allí, Anderton descubre que Anne Lively, la mujer que es asesinada en el “Eco” de Agatha, era la madre de ésta, la que habría sido asesinada justo después de que la persona que la iba a matar fuera detenida. También se da cuenta que está siendo perseguido, ya que alguien supo que él iba a descubrir este crimen.

PreCrimen encuentra a Anderton y es arrestado, mientras que Agatha es regresada a PreCrimen. Lamar intenta conciliar a Lara y quien comienza a preguntar por Anne Lively. Ante el descuido de Lamar, quien hace referencia a hechos de los que supuestamente no sabía (la forma en que Anne murió), Lara decide liberar a Anderton.

En el banquete realizado para festejar el éxito de PreCrimen, a la cual asiste Lamar. Anderton reproduce la visión de Agatha cuando Lively fue asesinada, revelando que el motivo fue el querer recuperar a su hija, hecho que traería como consecuencia que el sistema fuera inútil y PreCrimen se descontinuara.

Mientras esto ocurre, los Precogs entregan una nueva visión, donde el asesino será Lamar Burgess y la víctima John Anderton. Los dos se encuentran y Anderton le explica a Lamar que si lo asesina el sistema sería perfecto y él sería llevado a prisión, y si no, se darán cuenta que el sistema no funciona y PreCrimen sería descontinuado. También le explica que si alguien conoce su futuro puede cambiarlo, hecho del que es consciente Lamar, por lo que decide suicidarse.

Tras todo lo anterior, PreCrimen es descontinuado. Los asesinos son liberados y perdonados, con la condición de no volver a cometer otro crimen (aún así vigilan a los criminales más severos). Anderton y Lara viven juntos de nuevo y esperan un bebé. Agatha y los gemelos son llevados a un lugar alejado, para que vivan una vida plena y feliz.

III. Análisis de la película [arriba] 

Una cuestión previa sobre la película en comento se refiere al género de la misma. Su línea central gira en torno a las facultades precognitivas, de predecir el futuro, específicamente en casos de asesinatos. Dicha situación puede caer en lo paranormal, pero en principio no en la ciencia ficción.

Como señala Rabinovich “la ciencia ficción es un extraordinario espejo de los pensamientos críticos que existen en la comunidad. Su supuesto alejamiento de la realidad la pone bastante a resguardo de las censuras y represalias de los poderosos, dueños de la potestad política o económica. Su liberación de todo verdadero compromiso con la ciencia, le permite volar con la imaginación, hacer como si grandes problemas científicos aún no resueltos ya estuvieran dilucidados. Las naves espaciales pueden superar la velocidad de la luz, el cáncer ser una enfermedad ya vencida, las personas tele-transportarse a sitios remotos, las computadoras disfrutar de personalidad individual. Y todo esto no se realiza a la manera de los cuentos de hadas, con hechizos y elixires milagrosos, sino a partir de una supuesta base seria. La teoría de la relatividad, los quantos, la evolución, las mutaciones genéticas… Con algunas palabritas mágicas, disimuladas bajo ropaje técnico. Como positrónico, hiperespacio, disruptor, torpedofotón, holimagen… Neologismo (y mucha “neolengua” orwelliana) por doquier”[3].

Desde esa perspectiva, Minority Report, sí cumple con las exigencias, ya que, si bien se basa en las facultades psíquicas o paranormales de los Precogs, están unidas a un complejo sistema computacional, que permite reproducirlas en una pantalla de computador. Estas “visiones” luego son interpretadas por un policía (Anderton), sin perjuicio de que el sistema mecánico lanza 2 pelotas de madera (infalsificables) con el nombre del culpable y de la víctima (de color rojo para crímenes pasionales y café para los premeditados).

Además, la película muestra a la ciudad de Washington en un futuro (2054) en que las personas son completamente vigiladas, se intervienen los vehículos, los ciudadanos son identificados a través de su retina en el metro, en las tiendas, e incluso la policía utiliza una especie de “araña robot” para buscar y perseguir a los fugitivos al interior de un edificio (como ocurre durante la persecución de Anderton).

Prácticamente, no existen actividades que escapen al control de la autoridad, hasta el simple viaje de regreso a casa, en su propio vehículo o en metro, o actividades cotidianas de los individuos, como tener relación relaciones sexuales o ir al baño.  

De esta forma, la película da cuenta de un relato de ciencia ficción, donde se utiliza tecnología que resulta imposible de lograr en el estado actual. Sólo por dar un par de ejemplos, el sistema PreCrimen, que tiene como fuente de información las mentes de los Precogs unidas a un sistema computacional y al sistema mecánico que arroja los nombres de personas que “cometerán” un delito en el futuro.

a. Crimen y castigo

La película comienza con Anderton ingresando a una casa, en forma abrupta, conjuntamente con un escuadrón de policías, para evitar un crimen pasional a segundos de concretarse. En efecto, las primeras imágenes nos muestran a un marido que sorprende a su mujer con su amante, e intenta quitarles la vida, con unas tijeras que tiene en la mano al momento de su detención.

Sobre esta particular idea introducida por la película, se ha señalado que el tema de fondo se plantea en cuanto a la relación del castigo con la culpabilidad[4]. Como señala Miró, “desde las primeras argumentaciones sobre la culpabilidad, tanto en las que ésta se concibe como la relación psicológica entre el sujeto y la acción, como las posteriores concepciones normativas conforme a las cuales la culpabilidad es, no el juicio psicológico, sino el juicio de reproche realizado al sujeto que ha ejecutado, el hecho antijurídico cuando le era exigible obrar conforme a él. La cuestión de su fundamento material giraba en torno a la idea de ‘poder actuar de otro modo’. En efecto, bien por situar en la culpabilidad el contenido de la voluntad del sujeto, bien por quedar la culpabilidad como el reproche normativo al autor, el reproche de culpabilidad se basa hasta aquel entonces en la idea de que la infracción de las normas jurídicas solo será personalmente reprochable a su autor cuando éste haya podido actuar de modo distinto a como lo hizo, esto es, cuando haya podido actuar de modo conforme al deber. Y esta estructuración del fundamento de la culpabilidad supone la remisión a un problema mucho más complejo como es el del libre albedrío. Y es que se afirma que el fundamento de la culpabilidad reside en la posible exigencia al sujeto de que se comporte de forma diferente a como lo hizo, ello exige como presupuesto que el sujeto debe poder actuar libremente, en el sentido de que su conducta, no esté determinada, pues si así fuera, difícilmente podría justificarse castigar al sujeto por realizar un comportamiento diferente al exigido”[5].

La situación planteada es especialmente relevante para el Derecho penal, pues se sitúa en una de las problemáticas más antiguas sobre la responsabilidad penal y el principio de culpabilidad, consistente en el dilema de su fundamentación en el determinismo (“no habría podido actuar de otro modo”) o en el libre albedrío (“habría podido actuar de modo distinto”)[6].

Desde este punto de vista, se observa que -en la película- la libertad de los ciudadanos está más bien restringida, o dicho de otra forma, parece estar determinada. Existe una sola solución, el resultado esperado “predicho” por las imágenes que entregan los Precogs. Aunque sobre el final la película se aclara que el sistema tiene varias falencias, entre otras, los denominados “ecos” y la posibilidad que el “delincuente” cambie su decisión a último momento, como ocurre en la escena en que Anderton decide no matar a Leo Crow o cuando Lamar Burgess decide suicidarse y no matar a Anderton (“incumpliendo” así la visión entregada por los Precogs).

Para nosotros, evidentemente que la libertad humana puede llevar a tomar una u otra decisión, incluso a cambiarla al último minuto. Es esta libertad, que nos permite incluso tomar una decisión delictiva (y actuar en consecuencia), lo que a la postre determina la posibilidad de responsabilidad penal, basada en el principio de culpabilidad. Aun aceptando la posibilidad de que se pudiera predecir el futuro, mientras el hecho no esté consumado, se puede tomar una decisión distinta. Eso sin analizar que mientras no se encuentre realizado, no existe ningún hecho que sancionar, salvo que nos encontremos ante un supuesto de comisión imperfecta del delito (tentativa o frustración) o de algún acto preparatorio expresamente sancionado[7].

El problema se plantea entonces, desde la libertad humana, como derecho fundamental, que permite a los hombres realizar todo lo que se encuentra permitido por el derecho, pero también, todo aquello que no está permitido. Claro está que en este último caso, el hombre debe responder por sus actos, por hechos, y no por los “pensamientos” o por la mera posibilidad de que una acción delictiva sea llevada a cabo en el futuro (por muy “segura” que sea la predicción de su ocurrencia)[8].

En este sentido, como señala Miró, “es cierto que Precrimen sería el punto final de la expansión del derecho Penal y el ejemplo más eficiente del paradigma de la prevención (se han conseguido eliminar por completo los delitos), pero también resulta un ejemplo evidente de otros paradigmas más difícilmente justificables, el de la criminalización por el pensamiento y no por la acción, del Derecho Penal de autor y, aún más, del Derecho Penal del enemigo”[9].

Entonces, queda claro que la sanción a un crimen aún no cometido no podría efectuarse legítimamente en un Estado Democrático de Derecho, pues en éste las penas están reservadas sólo para aquellos delitos expresamente tipificados en la ley y que está proscrita la sanción de meros “pensamientos delictivos”.

¿Qué podría decirse entonces de las sentencias dictadas usando el sistema de PreCrimen? Considerando que se basan en la “peligrosidad” del sujeto sancionado, que debe ser detenido antes de que lesione un bien jurídico en el futuro (en este caso, la vida), nos parece que la sanción aplicada no podría ser considerada una pena, sino que más bien se trataría de una medida de seguridad. Como se sabe, a diferencia de las penas, las medidas de seguridad “no suponen la amenaza de un mal para el caso de que se cometa un delito, sino que un tratamiento dirigido a evitar que un sujeto peligroso llegue a cometerlo”[10]. Ahora bien, los problemas del sistema presentado en la película, incluso si admitimos que se trata de medidas de seguridad, serían dos:

Primero, al renunciarse al principio de culpabilidad en la aplicación de una medida de seguridad, ésta debe llevarse a cabo realizando alguna acción o tratamiento que prevenir la futura comisión de un delito[11]. No se aprecia en la película que se realice con los detenidos y sancionados algún tipo de tratamiento, es más, se nota claramente que a los sujetos se les trata como culpables de un crimen que todavía no han cometido.

En segundo lugar, la medida es aplicada al sujeto antes de que cometa el delito, es decir, tiene naturaleza “pre-delictual”. Esta clase de medidas han sido fuertemente criticada por la doctrina, estimándose que ellas serían contrarias al carácter de extrema ratio del Derecho Penal, pues las bases para del pronóstico de peligrosidad descansarían en determinadas cualidades o estados de la persona, y no en la realización de una conducta tipificada y sancionada penalmente[12], y que incluso serían de “dudosa constitucionalidad”[13]. Se trata de una crítica que compartimos plenamente, razón por la cual no se observa cómo una medida de seguridad pre-delictual como la descrita en la película comentada, pueda ser compatible con un Estado Democrático de Derecho.

b. Condena y debido proceso

Un tema poco analizado, se refiere al procedimiento utilizado para sancionar a los “delincuentes”. Se trata de una conexión entre policías y el poder judicial, que se concreta de la siguiente manera.

Los Precogs generan unas imágenes y sonidos, que son reproducidos en un computador y seleccionados e interpretados por Anderton, una vez organizadas las imágenes, es decir, “construida la historia”, el sistema mecánico arroja los nombres de las víctimas y del culpable. Estas imágenes son presenciadas por jueces-testigos, que son los encargados de decidir sobre la persecución penal.

Vale la pena recordar que este sistema preventivo, sólo se aplica a los casos de asesinato, y no a otro tipo de delitos. Por lo que el cuestionamiento se refiere a estos casos, que son los analizados por la película.

En este sentido, son contrarios al debido proceso, a lo menos dos situaciones descritas: la primera, que los jueces sean también testigos, lo que evidentemente, determina un juzgamiento previo, desde que ellos pueden ver directamente las imágenes presentadas por PreCrimen en las que se observa la comisión de un delito, sin posibilidad de un juicio racional, justo e imparcial.

Sobre este requisito, basta citar a Oteiza, quien analizando el requisito del debido proceso, nos recuerda que, “el artículo 6° de la Convención Americana, similar al artículo 8° de la Convención Europea, ha sido interpretado tanto por la Comisión como por la Corte Interamericana. En el informe anual de la Comisión Interamericana de 1984/1985 se consideró que ‘Un Poder Judicial independiente e imparcial por jueces idóneos es la mejor garantía para la adecuada administración de justicia, en definitiva, para la defensa de los derechos humanos. Un poder Judicial respetable por su independencia e imparcialidad es una de las piedras angulares de la democracia en el sistema interamericano debería tener muy en cuenta el mejoramiento de dicho poder como elemento relevante de ese espíritu democrático’. El documento citado está en línea con los desarrollos antes comentados que juzgan de capital importancia en un Estado de Derecho la preservación del respeto por la garantía del debido proceso”[14].

Por otro lado, no se considera el evento de una falla del sistema, como los mencionados “ecos”, de un “Reporte Minoritario”, o la posibilidad de tomar una decisión distinta por parte del agente (potencial delincuente o asesino), como ocurre en las últimas escenas de la película. Todos estos supuestos podrían plantear en el curso de un juicio penal sendas dudas razonables sobre la culpabilidad o peligrosidad del sujeto, lo que en definitiva llevarían a su absolución, y no a su condena, como ocurre en los juicios seguidos utilizando las “visiones” de los Precogs.

c. El tiempo. Presente y futuro

Es fácil advertir la relación entre el sistema de Precrimen y el tiempo, desde que los Precogs pueden predecir el futuro, lo que redunda en que la policía pueda intervenir antes de que se cometa el asesinato.

Como se desarrolla en el marco de una película de ciencia ficción, estimamos que no es necesario cuestionar ni las facultades proféticas de los Precogs ni el funcionamiento del complejo sistema computacional de Precrimen. Ello sin perjuicio, de cuestionar las posibles fallas de un sistema de tal naturaleza (¡si fuera posible que exista uno!), como se ha planteado en este comentario.

En este sentido, los jueces-testigos pueden ver las imágenes del crimen; pueden -en términos simples-, “ver el futuro” con sus propios ojos, el que es presentado por la visión reconstruida por PreCrimen. En cambio, en el caso de los Precogs en realidad no estamos hablando de una visión de un futuro posible, pues ellos están en realidad viviendo la situación, están en “el presente”. Aunque se trata de un futuro en cierta forma intervenido, ya que nada garantiza que no pueda ocurrir un cambio de último minuto en la conducta de la gente, como si en la primera escena, el marido engañado, suelta las tijeras y se arrepiente de matar a su mujer y al amante.

Este entramado resulta más complejo si se trata de la intervención de Anderton, y el posible asesinato de Leo Crow. En efecto, como señala Meléndez, “el futuro, el presente y el pasado aparecen extrañamente vinculados. Si John no llega a ese departamento a matar a Crow, entonces no habría John descubriéndose como asesino en las pantallas de Precrimen. Lo mismo viceversa”[15].

En esta escena, la secuencia lógica se ve alterada, ya que Anderton necesita ver el futuro, para que se pueda llevar a cabo la predicción de los Precogs. De otra forma, no se entiende la necesidad de Anderton de conocer a Crow.

Como señala Meléndez, “la paradoja es fundamental debido a que hay Precrime, no hay asesinato; si no hay asesinatos, no hay Precrime. Si hablamos de ‘prever el futuro’, lo que Agatha tendría que ver realmente en sus premoniciones, es que nunca hay asesinatos porque ella que los prevee, los evita siempre. Por tanto, Agatha no ve lo que ‘va a pasar’, sino lo que ‘hubiera pasado’ si no lo estuviese viendo. (¿?) El futuro, es el pasado que está determinando el presente”[16].

En definitiva, el tema es de orden filosófico, se relaciona con el tiempo, pero también con lo que entendemos como realidad o verdad, en un proceso judicial como el de PreCrimen, parece que las condenas resultan de una mera representación virtual de una realidad que nunca llegó a existir. De esta forma, el cuestionamiento es mucho más profundo, que para ser honestos intelectualmente, no solo se pueden aplicar a PreCrimen.

d. La dignidad y la libertad

Según Cofré, “todo ser humano -es decir, persona dotada de dignidad- tiene derecho a libertad para el desarrollo de su personalidad. Y toda vez que alguien obstaculice la libertad de uno, o bien la amague o extinga, agravia no sólo al sujeto pasivo, sino al cuerpo social completo. Y como el derecho está unido indisolublemente a la facultad de coaccionar, de modo que coacción y derecho vienen a ser lo mismo, el derecho está obligado a proteger y garantizar que la persona pueda, conforme a su dignidad, actuar con plena libertad, libertad que sólo puede encontrar su límite en igual derecho de todos los demás”[17].

Desde este punto de vista, nos parece que el panorama que presenta Washington D.C. en el año 2054, es sombrío para los derechos fundamentales de los ciudadanos. Su libertad se encuentra reducida, PreCrimen tiene la vigilancia de todos los ciudadanos no sólo en su esfera pública, sino también en su esfera intima.

La vigilancia y el control por parte de la autoridad, no sólo se limita al sistema PreCrimen, con la posibilidad de irrumpir en los actos más íntimos y cotidianos de las personas para evitar un asesinato. También se manifiesta en esferas totalmente distintas como la huida de Anderton una vez que visualiza las imágenes del asesinato a Leo Crow, donde incluso la policía interviene su vehículo y lo hace cambiar su rumbo, con el objeto de llevarlo a la policía. Luego, utilizan unas arañas robot, que pueden reconocer a las personas mediante el control de su iris, irrumpiendo en las actividades intimas de los habitantes del edificio, como una persona que se encuentra en el baño o una pareja que mantiene relaciones sexuales. Por último, su imagen es reproducida en distintos lugares del metro, algo que también ocurre en las tiendas, lugares donde se reconoce a las personas al escanear su iris, lo que lleva a la difícil decisión Anderton a operarse y cambiar sus globos oculares[18].

De lo dicho resulta evidente la pérdida de intimidad y libertad, que atenta contra la dignidad de los ciudadanos de Washington, no sólo en la esfera pública sino también en los actos más íntimos de las personas.

Por último, no deja de llamar la atención la “forma de vida” de los Precogs, prácticamente secuestrados por Lamar Burguess para el funcionamiento de PreCrimen, que además deben permanecer una especie de piscina (donde son alimentados) y que no pueden desarrollar ninguna actividad más que reproducir las imágenes de los crímenes que “ocurrirán en el futuro”. En el caso de los denominados “ecos”, es decir, la reproducción reiterada de un crimen resulta incluso una forma de maltrato psicológico o tortura.

Conclusiones [arriba] 

El análisis de Minority Report nos ha permitido analizar diversos aspectos jurídicos de la aplicación de un sistema preventivo de los delitos en Washington 2054, algunos de tipo penal, otros de carácter procesal y otros de orden filosófico. No obstante, el elemento central es la falta o restricción a la libertad de las personas, que en algunos casos se puede analizar desde el punto de vista penal para determinar si existe culpabilidad o peligrosidad del sujeto. En otros casos, si la intervención hasta en el proceso puede significar un atentado al debido proceso. Por último, el exceso de vigilancia y control de los ciudadanos, que atenta contra la libertad individual, el libre desarrollo de su personalidad y la dignidad de las personas.

En este sentido, nos parece que los excesos del sistema determinan que los ciudadanos, y especialmente los Precogs, se transformen en los protagonistas olvidados, desde el punto de vista del respeto a sus derechos esenciales que emanan de la persona humana.

 

 

Notas [arriba] 

* Profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile.

[1] Philip K. Dick (1928-1982), fue un destacado escritor de ciencia ficción estadounidense, conocido principalmente por diversas historias y cuentos cortos de este género, que han gozado de amplia popularidad e impacto, trascendiendo incluso el ámbito puramente literario. Es así que varias de sus historias han servido de base para adaptaciones cinematográficas muy recocidas. Entre ellas se cuentan: Blade Runner (1982, basado en “Do Androids Dream of Electric Sheep?”, de 1968); Total Recall (1990, basado en “We can remember It For You Wholesale”, de 1966, con un lamentable remake el año 2012); y la película aquí comentada. Baste decir que en muchos casos, incluidos los recién señalados, el material fuente difiere significativamente de su versión cinematográfica.
[2] Algo que para nosotros sería un supuesto de “homicidio calificado”, conforme a lo dispuesto en el artículo 391 N° 1, hipótesis QUINTA, del Código Penal.
[3] RABINOVICH-BERKMAN, Ricardo. El ataque de los clones: Advertencias sobre clonación y poder. De Brave New World a Star Wars”, s/p.
[4] MIRÓ LINARES, Fernando (2008), “¿Sueñan los androides con la libertad de los hombres? Un comentario jurídico penal a Minority Report”, en Cine y Derecho en 13 películas, Alfonso Ortega y Purificación Cremades (coords.), San Vicente (Alicante): Editorial Club Universitario pág. 32.
[5] Ibíd.
[6] Una síntesis de estas posiciones y de las consecuencias de seguir una u otra, en FERRAJOLI, Luigi (2009), Derecho y razón, 9ª edición, trad. de Perfecto Andrés Ibáñez et al, Madrid: Editorial Trotta, pág. 492 y ss.
[7] Recordemos que en un Derecho Penal “de actos” y no “de pensamientos”, la regla general es que los delitos sólo se castiguen cuando se encuentren consumados, esto es, cuando se haya producido la afectación al bien jurídico protegido por la norma penal. El castigo de los actos ejecutivos anteriores a la consumación (tentativa y frustración), así como -muy excepcionalmente- los actos preparatorios, no son sino formas de “adelantamiento de la punibilidad”, que no pueden en ningún caso ser la regla general en un Estado Democrático de Derecho.
[8] Como destaca MIR PUIG, Santiago (2007), Derecho Penal. Parte General, 7ª edición, Barcelona: Reppertor, págs. 335-336, “Todo delito nace, como toda acción humana, en la mente del autor. La deliberación puede ser más o menos breve, e incluso faltar. Pero la resolución, más o menos lúcida, es presupuesto de todo hecho doloso … Ahora bien: en sí misma la fase interna no puede ser objeto de castigo por el Derecho, sino sólo cuando se traduzca en una fase externa, en ciertas condiciones (cognitationis poenam nemo patitur). En el Derecho penal moderno se parte de la distinción liberal entre Moral y Derecho que prohíbe a éste la regulación de los pensamientos y limita su esfera de acción al terreno social de los actos externos”.
MIRÓ LINARES, Fernando (2008), “¿Sueñan los androides con la libertad de los hombres? Un comentario jurídico penal a Minority Report”, op. cit. pág. 32.
[10] MIR PUIG, Santiago (2007), Derecho Penal. Parte General, cit., pág. 53.
[11] Cfr. JESCHECK, H. y WEIGEND, T. (2002), Tratado de Derecho Penal. Parte General, 5ª edición, trad. de Miguel Olmedo, Granada: Comares, pág. 89, quien señala que en un Derecho Penal de doble vía, la pena debe ser complementada con medidas “que tienen exclusivamente la finalidad de prevenir la futura peligrosidad del autor por el hecho y sus antecedentes, a través de intervenciones curativas, asistenciales, así como de aseguramiento o eliminación de aquélla”.
[12] MUÑOZ CONDE, Francisco (2001), Introducción al Derecho Penal, 2ª edición, Buenos Aires: Editorial B de la F, págs. 84-85.
[13] MIR PUIG, Santiago (2007), Derecho Penal. Parte General, cit., pág. 53.
[14] OTEIZA, Eduardo (2003), El debido proceso, Santa Fe: Editorial Rubinzal-Culzoni, pág. 15.
[15] MELÉNDEZ, Diego (2004), “Minority Report y el Problema del Tiempo”, REDcientífica, disponible en línea: http://www.red cientifica.c om/imprimir/ doc200407 11060 0.html, pág. 3.
[16] Ibíd., pág. 5.
[17] COFRÉ LAGOS, Juan Omar (2004), “Los Términos ‘Dignidad’ y ‘Persona’. Su Uso Moral y Jurídico. Enfoque Filosófico”, Revista de Derecho (Valdivia), v. 17, s/p.
[18] Esto además nos hace pensar sobre el ingenio humano incluso en situaciones de hiper-vigilancia como la presentada por esta película. Si existe un control de identidad mediante el escaneo del iris, entonces quien desee librarse buscará la forma de cambiar sus globos oculares, como lo hace el protagonista. Si en cambio se utilizara un escáner de huellas dactilares en todas las superficies públicas, ¿entonces ciertos ciudadanos decidirían extirpar o quemar con ácido sus huellas dactilares? Esta clase de sistemas, se puede apreciar, siempre tendrá alguna imperfección que le permitirá a quien desee evadirlo, hacerlo, con un grado mayor o menor de éxito (¡y de dolor!), claro está.