JURÍDICO ARGENTINA
Doctrina
Título:Una lectura social y política de la obra "Un Enemigo del Pueblo" de Henrik Ibsen
Autor:Sancari, Sebastián
País:
Argentina
Publicación:Revista Ficción y Derecho (FICDER) - Número 2 - Junio 2019
Fecha:03-06-2019 Cita:IJ-DCCXLII-972
Índice Ultimos Artículos
1. Introducción
2. Desarrollo argumental en cinco actos
3. A modo de corolario: Estado y Derecho en Un Enemigo del Pueblo
4. Bibliografía utilizada
Notas

Una lectura social y política de la obra Un Enemigo del Pueblo de Henrik Ibsen [1]

Sebastián Sancari [2]

1. Introducción [arriba] 

Jean-Jacques Rousseau solía acompañar su firma con el agregado “ciudadano de Ginebra” y lo hacía con un simbolismo significativo: destacar el valor de la ciudadanía por sobre cualquier título nobiliario. Una condición que va asociada al nacimiento del Estado moderno y a la ponderación del individuo frente al poder estatal no ya como “súbdito” de un monarca absoluto sino como “ciudadano” partícipe de la voluntad soberana.

Desde el punto de vista histórico, la decapitación del rey de Inglaterra y Escocia Carlos I en 1649 simboliza el tránsito de la imagen del súbdito a la del individuo considerado como un ciudadano. Ello quedó plasmado -luego de la Revolución Gloriosa- en la Declaración de Derechos del 13 de febrero de 1689 que le reconoce al ciudadano libertad de elección de los representantes, el control de los actos de gobierno y el derecho de petición ante las autoridades públicas.

La condición necesaria para el surgimiento de este tipo de Estado fue la moderna sociedad civil (en su sentido económico y como resultado del desarrollo de la economía capitalista), concepto complementario al de Estado. La antropología filosófica moderna distingue lo público de lo privado: mientras que en la visión griega la sociedad y el orden político eran lo mismo (para Aristóteles la ciudadanía significaba participación en la administración de justicia y en los poderes públicos), en la modernidad lo público queda sujeto al poder político que llamamos Estado, mientras que lo privado es la esfera propia de la libertad del individuo, y donde atiende a sus intereses particulares (D’ Auria, 2012: 48 y 49).

El Estado queda definido como una sociedad de hombres constituida únicamente con el fin de adquirir, conservar y mejorar sus propios intereses civiles, es decir, la vida, libertad, salud y prosperidad del cuerpo; y la posesión de bienes externos, tales como el dinero, tierra, casa, mobiliario (Locke, 1990). Esta concepción iusnaturalista aparecerá luego en determinados hitos normativos: la Declaración de Derechos de Virginia del 12 de junio de 1776, que establece que todos los hombres son por naturaleza igualmente libres e independientes, y tienen ciertos derechos inherentes como su vida, libertad, su seguridad, los medios de procurarse propiedades, así como la búsqueda y obtención de la felicidad. Y en la versión más rousseauniana de la Revolución Francesa: el Acta Constitucional del 24 de junio de 1793, que fija como fin del gobierno el de garantizar al hombre el goce de sus derechos naturales e imprescriptibles: la igualdad ante la ley, la libertad, la seguridad y la propiedad.

Sobre base del gobierno democrático representativo, la filosofía política de la modernidad irá forjando la imagen de ciudadanos pertenecientes a una nación que se encuentran formados y debidamente informados sobre los asuntos públicos –fundamentalmente a través de la prensa- y que en base a juicios fundados en la información disponible pretenden influir en el ámbito de la toma de decisiones públicas. Se trata de un tipo de participación orientada no sólo a la emisión de opiniones sino dirigida a influir directamente en la toma de decisiones Habermas (2001).

En los albores del desarrollo capitalista la transmisión escrita de la cultura pudo realizarse merced a la invención de la imprenta. Si compartimos la idea de que su influjo en la cultura humana es la aparición del homo sapiens (Sartori, 1998), puede afirmarse que la traducción de la soberanía popular en poder comunicativo (Habermas, 1998) se realizó a través de la prensa, o dicho de otro modo, el poder comunicativo del ciudadano significó su acceso a la prensa. En palabras de Sarmiento (2001): el ágora de los antiguos es -a la par del Parlamento- la prensa de los modernos[3].

Se trata de un ideario que corresponde al liberalismo clásico y a la imagen de una ciudadanía informada y atenta a las cuestiones de interés público, orientada a la obtención de un consenso racional. En cuanto a la fuente desde donde emana la información que recibe este ciudadano racional, ella está estrechamente vinculada con la prensa escrita. Antes de la irrupción de la radio y de la televisión, los medios gráficos protagonizaron el imaginario del mundo moderno, como informadores y formadores de opiniones.

Este es el tipo de vinculación entre ciudadanía y prensa que el dramaturgo noruego Henrik Ibsen describe en su obra Un enemigo del pueblo, publicada a fines de 1883.

2. Desarrollo argumental en cinco actos [arriba] 

La acción transcurre en un importante centro turístico costero del sur de Noruega, que debe su prosperidad a los muy publicitados efectos curativos de sus aguas. El protagonista es un médico del municipio, el Dr. Tomás Stockmann, quien a través de una investigación se percata que las aguas están contaminadas. Por lo tanto, decide hacer pública esta información a través del principal periódico del pueblo, procurando así que las autoridades municipales lleven a cabo las obras necesarias para revertir esta situación.

La obra se divide en cinco actos. Para cada uno de ellos identificaremos un eje temático central.

2.1. Acto Primero. La ciudadanía y el poder comunicativo de la prensa

En el acto primero, Ibsen describe al personaje central, el Dr. Stockmann, como el prototipo del “buen ciudadano” de la Ilustración; es decir, un sujeto debidamente informado e interesado por la vida de su comunidad, que en base a juicios lógicos pretende influir en el ámbito de la toma de decisiones públicas, ante la inacción o complicidad de las autoridades. El canal natural que el protagonista encuentra para difundir sus ideas es la prensa, convirtiéndose en un colaborador frecuente del periódico local La Voz del Pueblo. El conflicto surge cuando quiere publicar un informe de la Universidad -encargado por él mismo en base a muestras de agua- sobre la contaminación del balneario, justamente el principal atractivo turístico del pueblo, fuente de prosperidad económica y empleos. El Dr. Stockmann quiere dar a conocer lo que considera su gran descubrimiento: que el tan promocionado balneario no es más que un foco de infección. Está convencido de que su difusión obrará en beneficio de sus conciudadanos.  

2.2. Acto Segundo. Posibles efectos políticos y electorales del cuestionamiento a la clase dirigente

El conocimiento público sobre la contaminación de las aguas del balneario dejaría en evidencia que su origen reside en un grave error de diseño de políticas públicas (las cañerías que transportan los residuos del valle y de los molinos y que desembocan en áreas del mar donde se bañan los turistas). Por lo que la responsabilidad primaria recaería en la clase política que gobierna el balneario.

A través de Hovstad, de origen humilde y director de La Voz del Pueblo, Ibsen caracteriza a esta clase política como una “camarilla de viejos testarudos que monopolizan todo el poder”; todos ellos “son ricos o personas destacadas del país, y nos gobiernan y dirigen a su albedrío”. Más aún, Hovstad parece convencer al Dr. Stockmann que la publicación de su informe será “una oportunidad…de echar abajo en lo sucesivo la vieja fábula de la infalibilidad de los dirigentes”.

A ello debe añadirse el sensible momento político e institucional que atraviesa el municipio, próximo a celebrar elecciones. Una eventual publicación del informe podría tener un hondo impacto en la formación de las opiniones del cuerpo electoral; por dos cuestiones: en un primer lugar, por el hecho mismo de la contaminación acuífera; en segundo término, porque evidenciaría la responsabilidad de la clase política por el mal trazado de las tuberías causantes de la contaminación. En palabras de Hovstad: “ese maldito desatino de la traída de aguas debe ser puesto en evidencia ante todo ciudadano con derecho a votar”. Aquí el sufragio parece ser entendido como una instancia de control y/o sanción de la gestión pública.

Si bien en un primer momento el Dr. Stockmann se muestra más prudente que Hovstad, su posición se radicaliza luego de hablar con el Alcalde (su hermano Pedro); allí se percata de que su cruzada por defender la justicia y la verdad chocará contra el interés del poder en el mantenimiento del status quo.

Esta situación nos permite ponderar la vinculación entre los alcances del concepto de ciudadanía y su relación con la gobernabilidad; o cómo el ejercicio de la libertad de expresión puede poner en un peligro tangible a los gobernantes.

En este aspecto Ibsen plantea el conflicto entre dos maneras de entender los límites de la participación ciudadana: por un lado, una concepción de raigambre rousseauniana vinculada a la descentralización de la participación, que supone que los ciudadanos pueden participar activamente en los asuntos que los afectan cotidianamente, en el ámbito local, barrial o en el propio trabajo y que la participación redundará en mejores ciudadanos, que aprenderán a participar participando y cuya dignidad humana será así mejor reconocida (Pateman, 1970). Por el otro, las teorías elitistas sobre la democracia. Pensemos en la cuestión de los límites a la democracia: ya en 1911 un sociólogo alemán discípulo de Weber, Robert Michels (2008) formuló la ley de hierro de las oligarquías: los seres humanos están predestinados a someterse al dominio de una pequeña minoría que procurará la consecución de sus propios intereses.  Existe una abundante literatura sobre rol preponderante de las élites en la toma de decisiones políticas; recuérdese la teoría del caudillaje competitivo formulada por Schumpeter (1973): la democracia es aquel sistema institucional en el que el acto electoral representa un lucha por el voto entre elites políticas rivales y en el que los individuos legitiman el derecho a gobernar de la elite vencedora. De acuerdo a este criterio, el Estado (y gobierno) es la organización de una minoría. Es destacable el caso de Bobbio (1993) quien llegara afirmar en El futuro de la democracia que “nada es más peligroso para la democracia que un exceso de democracia”. Esta prevención también aparece en El Federalista (1994) al advertirse allí sobre el peligro de alternar la tranquilidad general interesando demasiado las pasiones públicas.

Esta es la tensión en la que nos introduce Ibsen en este acto segundo: las aspiraciones participativas del Dr. Stockmann se contraponen a los propios intereses electorales de la elite gobernante, que luego entrarán en conjunción con el poder económico, como veremos en el próximo acto.

2.3. Acto Tercero. La irrupción de la opinión pública

Conforme se desarrolla la acción, el Dr. Stockmann va reforzando su convicción y cambia sus objetivos, que en un principio parecían acotados a una cuestión de salud pública, y se orientan ahora a un proyecto de renovación política de largo alcance que conduzca a una renovación generacional de la dirigencia. 

En tanto, concurren a la redacción del periódico La Voz del Pueblo para presionar por la no publicación del informe directivos de la Sociedad de Propietarios y el Alcalde. Este último, les hace saber a los editores la respuesta política a las denuncias de su hermano:

-El costo de las obras propuestas el Dr. Stockmann sólo se podrá financiar contrayendo deuda pública. Deja en claro que los accionistas y propietarios del balneario no podrán hacerse cargo del gasto y que el plan de reformas deberá ser pagado por la ciudad.

-El balneario deberá clausurarse, al menos, por dos años.

En este momento Ibsen introduce el concepto de “opinión pública”. Uno de los propietarios del periódico -Aslaksen- refiere al posible impacto del artículo en la opinión pública, queriendo significar por ella a los suscriptores del periódico, quienes son a la vez parte de cuerpo electoral. Aquí puede apreciarse el ideario del diseño constitucional liberal en relación a que la garantía de la opinión pública libre radica en una fluida circulación de la información, maximizando el espacio constitucional para la actuación de la prensa. Sin embargo, los editores evalúan de inmediato que el cierre del balneario impactará negativamente en la actividad económica del periódico y que, por lo tanto, no será conveniente dar a conocer el artículo del Dr. Stockmann.

2.4. Acto Cuarto. La asamblea ciudadana y la teoría de la circulación de las elites

Ante la negativa del periódico a publicar su investigación, el Dr. Stockmann está decidido a realizar una denuncia pública a viva voz. Para ello encuentra acogida en un ámbito no institucional: la casa de un capitán de barco –Horster-. La reunión resulta ser multitudinaria y a ella asisten diversos actores tales como obreros, gente del pueblo, directivos del periódico La Voz del Pueblo, representantes de los propietarios y del consorcio que gestiona el balneario e incluso el mismo Alcalde. Antes que intervenga Stockmann, los que toman la palabra coinciden en lo gravoso que sería -en términos económicos- apoyar las ideas del doctor.

Hay un consenso generalizado en la necesidad de preservar la economía del pueblo por sobre cualquier otra circunstancia. Cuando llega su turno, el Dr. Stockmann muestra su absoluto desencanto para con sus conciudadanos, a los que suponía tan altruistas como él: “solo voy a hablarles de un descubrimiento que acabo de hacer. He descubierto que la base de nuestra vida moral está completamente podrida, que la base de nuestra sociedad está corrompida por la mentira”.[4] El Dr. Stockmann entiende que el poder corrompido fomenta la mentira y que corrompe la razón y la voluntad del ciudadano.

Es en este momento donde la trama argumental da un giro inesperado: el Dr. Stockmann, que se siente aislado e incomprendido, deja de lado su discurso de matriz rousseauniana por consideraciones abiertamente elitistas y anti-democráticas. Ante la asamblea afirma que “el enemigo más peligroso de la razón y de la libertad de nuestra sociedad es el sufragio universal. El mal está en la maldita mayoría liberal del sufragio, en esa masa amorfa” [5]. Y concluye que “la mayoría tiene la fuerza, pero no tiene la razón. Tenemos la razón algunos otros y yo, La minoría siempre tiene razón”. Si bien al comienzo de la obra se sentía acompañado por el poder de la mayoría, ahora la rechaza y la ve asociada con la ignorancia y con todas las enfermedades sociales. Sólo reconocerá el ejercicio de los derechos políticos (elegir, controlar, y ser elegido) a la aristocracia intelectual.

El Dr. Stockmann se siente parte de una elite que ha sido derrotada por otra. Este viraje argumental recuerda la noción de circulación de las elites formulada por el sociólogo italiano Vilfredo Pareto (2005): sobre el supuesto de que la democracia es una competencia entre elites, los cambios políticos (de régimen o revoluciones) suceden cuando una elite (hasta entonces elite no gobernante) reemplaza a otra (hasta entonces elite gobernante). Es decir, cuando una elite no gobernante reemplaza a una elite gobernante, limitándose el papel de la gente común al de ser seguidores de una u otra elite.

2.5. Acto Quinto. El ciudadano como enemigo del pueblo

El Dr. Stockmann se encuentra en una situación propia de la teoría de la espiral del silencio formulada por Elisabeth Noelle-Neumann (1995): la consecuencia directa de la expresión pública de opiniones contrarias a las mayorías es el aislamiento social.

Apartado de la asamblea, rechazado por su comunidad, desempleado y sin ingresos familiares, no pierde sus convicciones anti-mayoritarias: “lo más difícil de soportar para mí es ver cómo el populacho, la plebe, ha sido capaz de acorralarme, tratándome de igual a igual”. Para él ya no hay distinciones entre clase dirigente, opinión pública, pueblo, plebe, masa, obreros, electores...todos ellos son parte de un brumoso colectivo que representa la ignorancia y la corrupción moral de su comunidad. Se siente desterrado. En soledad imagina muchos descubrimientos por hacer, y allí estriba lo que considera como su mayor poder.

3. A modo de corolario: Estado y Derecho en Un Enemigo del Pueblo [arriba] 

Lo primero que debemos destacar es que Ibsen pone de manifiesto la inexistencia de un “bien común” claramente determinado y discernible por todos. Una posible solución sería el logro de un desarrollo económico ecológicamente sustentable. Sin embargo, si cooperar significa el acuerdo común de actuar en contra del propio interés si ello beneficia a todos (Elster, 1990) en Un Enemigo del Pueblo la acción colectiva se torna problemática y no hay cooperación mutua posible.

Su dramatismo aumenta por la contraposición in crescendo entre, por un lado, el interés de los propietarios de los molinos y valles linderos, junto con el de los sectores (económicos, políticos y mediáticos) ligados al uso y explotación del balneario y, por el otro, la posición del Dr. Stockmann, quien entiende que el bien común radica en la preservación de la salud pública.

En cuanto a la fortaleza de la sociedad civil tanto frente al poder estatal como frente al mercado (Habermas, 1998), el escenario que plantea Ibsen es de un hondo pesimismo, porque la elite gobernante termina manipulando las opiniones para mantener el status quo, dejando en una posición marginal todo cuestionamiento al poder de las estructuras políticas tradicionales. Ello lleva a que, finalmente, el Dr. Stockmann termine enfrentado con sus propios conciudadanos, a quienes en un principio creía como sus aliados.

Otra cuestión remarcable de la obra -y que no es valorada por su protagonista- reside en la aparición de ámbitos participativos plurales y democráticos que surgen espontáneamente desde la sociedad. Más allá del voto y de la prensa, Ibsen introduce a la asamblea como un foro de discusión pública espontáneo en el que participan representantes de ámbitos políticos, sociales e institucionales en un pie de igualdad y sin represión estatal de las voces disidentes. Por lo demás, no aparece ningún cuerpo deliberativo instituido así como tampoco los protagonistas invocan normativa alguna para sustentar sus posiciones. También llama la atención la inexistencia de jueces que medien en la resolución del conflicto.

Más allá de que sólo sabemos que el balneario tiene un Alcalde, una burocracia (recordemos que el Dr. Stockmann es médico del municipio) y que pronto habrá elecciones, las instituciones estatales están ausentes.

La obra transcurre en un escenario caracterizado por la falta de aquellos ámbitos que hacen al sentido y a la finalidad del Estado moderno. Como ha enseñado Bobbio (1993) el derecho (ordenamiento jurídico) y el Estado (monopolio del uso de la fuerza) son dos caras de una misma moneda, complementándose así el derecho estatal y el estado jurídico. Y ello sucede desde el momento en que el Estado tiende a la monopolización de la producción jurídica a través de la ley, así como de la coacción (a través de jueces y ejércitos nacionales). En la trama de Un Enemigo del Pueblo no hay normas ni jueces comunes imparciales que resuelvan controversias y ello podría explicar las profundas dificultades del accionar colectivo en la comunidad del balneario. En este sentido puede afirmarse entonces -en términos de Locke (1990)- que los habitantes del balneario siguen permaneciendo en el estado de naturaleza.

Ibsen nos introduce en una temática que tiene una profunda vigencia global y en la cual el discurso público no suele corresponderse con acciones concretas. De este modo, en un sentido profundo, es una obra que nos desafía a repensar el rol del Estado en el diseño, implementación y control de algún paradigma ambiental. En Argentina existen diversas problemáticas relacionadas a la utilización de bienes escasos jurídicamente protegidos, en las que se entrecruzan múltiples actores sociales, poderosos intereses económicos, aspectos históricos, normativos, institucionales, y sociológicos.[6] Las acciones estatales tendientes a la protección de las poblaciones afectadas y dirigidas a la preservación y/o recomposición del medio ambiente deben ser coordinadas y eficaces en todos los niveles de gobierno. Más allá de algunos momentos de sinergia entre instituciones y participación ciudadana –en especial en el caso de la cuenca Matanza Riachuelo- tales acciones, al igual que en la obra de Ibsen, aún distan de ser visibles como políticas públicas de Estado.

4. Bibliografía utilizada [arriba] 

- Bobbio, Norberto:-Voz “Derecho”. En: Bobbio, Norberto, Matteucci, Nicola, y Pasquino, Gianfranco, Diccionario de Política, México, Siglo XXI, 1993, págs. 453-458.

- El futuro de la democracia, México, FCE, 1993.

- D’ Auria, Aníbal, Teoría y crítica del Estado, Buenos Aires, Eudeba, 2012.

- Elster, Jon, Tuercas y Tornillos. Una introducción a los conceptos básicos de las ciencias sociales, Barcelona, Gedisa, 1990.

- Habermas, Jürgen:-Facticidad y Validez. Sobre el derecho y el Estado democrático en términos de teoría del discurso, Madrid, Trotta, 1998.

- Teoría de la acción comunicativa. Madrid, Trotta, Madrid, 2001.

- Hamilton A., Madison, J. y Jay, J., El Federalista, México, FCE, 1994.

- Locke, John, Segundo tratado sobre el gobierno civil, Madrid, Alianza Editorial, 1990.

- Michels, Robert, Los Partidos Políticos, España, Amorrortu, 2008.

- Noelle-Neumann, Elisabeth. La espiral del silencio. Opinión pública: nuestra piel social, Barcelona, Paidós, 1995.

- Pareto, Vilfredo, La transformación de la democracia, Struhart, 2005.

- Pateman, Carole: Participation and democratic theory. Cambridge, Cambridge University Press, 1970.

- Sarmiento, Domingo F., Obras Completas, Universidad de la Matanza, 2001.

- Sartori, Giovanni, Homo videns. La sociedad teledirigida, España, Taurus, 1998.

- Schumpeter, Joseph Alois, Capitalismo, Socialismo y Democracia, Barcelona, Barcelona, Vol. II, 1996.

 

 

Notas [arriba] 

[1] Fuente para la realización de este trabajo: file:///C: /Downloads/Un%20enemigo%20del%20pueblo%20-%20Ibsen.pdf. Este trabajo obtuvo el Segundo Premio en la Categoría Docentes del Concurso FICCIÓN Y DERECHO 2017.
[2] Profesor del Programa de Cursos para el Doctorado (Derecho, UBA).
[3] En Argentina, desde la creación de La Gaceta de Buenos Aires por Mariano Moreno, numerosos liderazgos políticos han tenido un soporte discursivo y propagandístico en la prensa escrita (El Nacional por Dalmasio Vélez Sarsfield; La Tribuna por Florencio Varela; La Capital por Ovidio Lagos; La Nación por Bartolomé Mitre; La Prensa por José C. Paz).
[4] Los conflictos en torno al entrecruzamiento entre verdad y mentira aparecen también en otra obra de Ibsen, El Pato Salvaje (1884) pero aplicados a las relaciones familiares. Narra la situación en la que dos viejos amigos se reencuentran luego de muchos años. Uno de ellos le cuenta al otro que lleva una vida feliz casado con la ex-empleada del padre de su amigo y que del fruto de esa relación tuvieron una hija. El otro hombre sospechará que dicha hija en realidad no es de su amigo sino de su propio padre. Conforme avanza la trama, su sospecha termina siendo fundada, y decide actuar como una suerte de "paladín" de la verdad, haciendo pública la realidad de la situación. El resultado: la hija, al descubrir su condición de hija "salvaje" (ilegítima), termina suicidándose.
[5] Este era el ideario de prominentes figuras de la formación estatal-nacional argentina: Recuérdese, por ejemplo, que Esteban Echeverría sostenía el sufragio universal era absurdo y que sólo será aconsejable el ejercicio de los derechos políticos para la parte “sensata y racional” de la comunidad social. En tanto que Juan B. Alberdi plantea el modelo democrático constitucional-republicano para la Argentina, como un fin que debe ser transitado por una etapa previa en el que cobra protagonismo la instrucción ciudadana (el tránsito de la república “posible” a la república “verdadera”).
[6] Por ejemplo, la contaminación de la cuenca Matanza-Riachuelo, la instalación de una papelera internacional que afecta los Ríos Uruguay y Gualeguaychú, la llamada mega-minería, o bien el impacto ambiental de las actividades petroquímicas.