JURÍDICO ARGENTINA
Doctrina
Título:La pandemia y lo que sigue
Autor:Neffa, Julio César
País:
Argentina
Publicación:El COVID-19 y su impacto en las Relaciones Laborales en Argentina - Segunda Parte
Fecha:26-05-2020 Cita:IJ-CMXVII-528
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Estado de situación
El desafío planteado

La pandemia y lo que sigue

Dr. Julio César Neffa*

La pandemia generada por el Covid-19 (Coronavirus) ataca a todos los países, pero en diverso grado. Los países capitalistas industrializados son los que más lo están sufriendo en cuanto al número de infectados y de muertos, pero a partir de ellos ya se difundió progresivamente entre los países en vías de desarrollo como el nuestro, sin que tuviéramos la infraestructura sanitaria necesaria ni todo el personal alerta y preparado para hacerle frente.

Es la primera vez en la historia de la humanidad que más de la mitad de la población mundial se encuentra al mismo tiempo en situación de aislamiento social obligatorio. Esto se justifica como el mejor o único sucedáneo de la esperada vacuna, pero el aislamiento, aunque sea voluntario genera con el tiempo problemas personales psíquicos y mentales, que luego se somatizan y profundiza los conflictos interpersonales ya existentes (violencia física y verbal, especialmente sobre mujeres y niños).

Afortunadamente el gobierno nacional y las provincias reaccionaron temprano y al demorar su progresión se ganó tiempo para comenzar a prepararse para cuando se produzca el pico de la pandemia.

Las primeras víctimas no fueron los más pobres ni los que vivían en los barrios carenciados, sino otros ciudadanos más pudientes, habituados a viajar al exterior y que sin querer lo importaron. Se prevé una gran progresión de las víctimas en los sectores más vulnerables de la población debido a que éstos no tienen los recursos para quedarse varias semanas en cuarentena y quedan más expuestos al riesgo de contagio, porque no son asalariados que siguen cobrando su sueldo, sino que deben salir cotidianamente de sus casas y tomar colectivos o trenes para trabajar y ganar su sustento. Con frecuencia, ellos viven hacinados, con baños compartidos por varias familias, en viviendas con poca ventilación lo que facilita el contagio y no pueden lavarse frecuentemente las manos, por la simple razón que muchas veces ¡no tienen agua corriente dentro de sus domicilios!

La humanidad siempre encontró una solución científica a los problemas de este tipo como lo demuestra la historia, aunque eso pueda llevar tiempo y enormes sumas de dinero invertidas en la búsqueda de una vacuna. Si bien la cooperación entre centros y equipos de investigación sería económicamente más rentable, lo que parece primar es una ardua competencia entre países y grandes laboratorios por lograr patentar una posible cura.

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Mientras tanto, y a la espera de la preciada vacuna, “el mundo sigue andando” como dice el tango, pero la crisis continuará. Por eso queremos llamar la atención brevemente sobre algunos problemas macroeconómicos de los cuales dependen el empleo, las relaciones de trabajo, los ingresos, la salud de los trabajadores entre otros.

El PIB de Estados Unidos será negativo este año y tal vez sólo se recupere en 2021 o 2022, mientras que China solo disminuirá sus tasas de crecimiento, se recuperará rápidamente y se consolida como potencia mundial con una industria potente y moderna, capaz de reconvertirse para hacer frente a las siguientes pandemias y con un sistema científico y tecnológico de vanguardia y eficaz. ¡Es el único país que provee rápidamente barbijos, camisolines, respiradores artificiales a todo el mundo! Es un cambio geopolítico fundamental que se produjo sin conflicto bélico alguno.

La pandemia se generó y expandió rápidamente cuando la economía mundial ya estaba prácticamente estancada, o en recesión, con excepción de Estados Unidos, China y en parte Alemania. La caída del PIB mundial, la reducción de la oferta y la demanda de bienes y de servicios generará una fuerte recesión que pensamos será igual o mayor que la de 1929–30 Y esto va a reducir brutalmente el comercio mundial (se estima que caerá un 30% en estos dos años), lo cual significa que todos exportaremos menos (generando menos divisas) y que los precios de los commodities que exportan los países pobres van a bajar. El petróleo es un caso extremo.

Para tratar de frenar o evitar un colapso, los Estados adoptan políticas fiscales expansivas para ayudar a las empresas y para contener, cuidar y alimentar literalmente a vastos sectores de la población, dejando de lado los programas de ajuste fiscal y el dogma de la independencia de los bancos centrales.

La emisión será abultada y el peso perderá valor frente al Dólar y el Euro, preanunciado necesariamente futuras devaluaciones e inflación. Incluso los Estados neoliberales intervienen en el mercado y controlan los precios para tratar de asegurar el abastecimiento de los productos de primera necesidad y tratar de contener a la población más vulnerable para evitar saqueos en los supermercados.

La caída de la producción repercute sobre la recaudación fiscal con varias consecuencias: baja el presupuesto para los servicios públicos de salud, educación, vivienda y bienestar social, se frenará el crecimiento o disminuirá el empleo público y en todos los casos caerán sus salarios reales. Debido al déficit fiscal será cada vez más difícil hacer frente a los compromisos de la deuda externa, que deberá ser renegociada o ir directo al default. En ambos casos, las empresas y el Estado tendrán muchas dificultades para volver a endeudarse o tendrán que pagar tasas elevadas que repercuten sobre sus costos y la inflación. Caerá probablemente la tasa de inversión durante varios años con lo cual se frenara la creación de nuevos puestos de trabajo y el aumento de la productividad. La caída de las reservas por disminución de las exportaciones frenará las importaciones de medios de producción y por lo tanto la del PBI industrial, que depende de ellas.

Caerá fuertemente también el transporte, el comercio y el turismo por la caída de la demanda.

Todos los mercados de capitales y las bolsas de valores de los países en desarrollo cayeron estrepitosamente afectando las posibilidades de acceder al crédito y estimuló la fuga de capitales hacia los bonos del tesoro norteamericano debilitando las demás monedas e impulsando la volatilidad de las tasas de cambio. Solo China logró capitalizarse al comprar un gran volumen de esos bonos. Las cadenas globales de valor se desequilibraron y perderá fuerza la forma actual de deslocalización de empresas para fabricar partes de productos que serán ensamblados en otros países. Todos los países que puedan hacerlo se verán obligados a fortalecer el sector industrial, volver a la “sustitución de importaciones”, así como invertir en ciencia y tecnología para innovar y no depender tanto de bienes esenciales comprando a unos pocos países proveedores.

Bancos y grandes empresas también corren el riesgo de quiebras y default, pero ese proceso ya se concretó actualmente en el caso de PYMES y microempresas.

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Las repercusiones sobre el trabajo y el empleo en nuestro país ya se avizoran y comenzaron a percibirse. Una visión realista de las tendencias previsibles marca un panorama muy sombrío. Pero la historia no está escrita y si se lo proponen, los actores sociales pueden proponer e implementar otras alternativas.

Después de intentar controlar la pandemia en Argentina enfrentaremos una crisis económica ya pre-existente y la previsible recesión.

Como ya mencionamos en párrafos anteriores, el PBI caerá sustancialmente, así como las exportaciones pero su magnitud va a depender de las políticas macroeconómicas anunciadas que todavía desconocemos y estarán condicionadas por el resultado de la difícil renegociación de la deuda externa en el transcurso del mes de mayo próximo (año 2020).

El periodo de suspensiones del empleo con pago parcial de los salarios de personal de empresas privadas, no va a poder prorrogarse mucho tiempo, así como la prohibición de los despidos (¡de trabadores en blanco!) salvo que se modifique la Ley de Contrato de Trabajo. Algunos de estos trabajadores volverán a un empleo estable, pero no todos.

El desempleo va a crecer rápidamente desde los próximos meses en el sector privado, y el sistema de subsidio por desempleo no está preparado para hacer frente a esta situación, además de que el monto otorgado es insuficiente. Muchas pequeñas y medianas empresas han quedado maltrechas y tendrán dificultades para recuperarse plenamente conservando el anterior empleo. Pero otras despedirán, muchas ya cerraron y otras corren el riesgo de correr la misma suerte porque están endeudadas y la demanda ha caído.

Todo hace pensar que los empresarios, luego de estos acontecimientos, van a ser “prudentes” y antes que crear empleos estables y “decentes”, le van a dar prioridad a los trabajos precarios y “para-subordinados” (monotributistas, autónomos), así como al trabajo no registrado.

El número de empleos asalariados registrados está estable desde hace muchos años. La magnitud de los empleos informales (no asalariados) y trabajadores cuentapropistas se va a expandir, teniendo en cuenta que en situaciones de crisis recesivas su capacidad para negociar ingresos está limitada. Cabe recordar que su proporción respecto de población económicamente activa siempre fue importante y ahora se ha incrementado. El trabajo de los distribuidores (monotributistas) de bienes de todo tipo en bicicletas y motos se ha incrementado de manera exponencial, y se da la paradoja que la existencia de esos trabajadores precarios fue lo que permitió que muchas familias respeten el confinamiento.

El desequilibrio de poder entre empleadores y trabajadores presionará para que se adopten reformas laborales, legales o, de hecho, como por ejemplo el compromiso de aceptar reducciones salariales en contrapartida de la garantía del empleo de los trabajadores suspendidos. Pero a esto los empresarios le ponen siempre un plazo corto, dada la incertidumbre y amenazan pagar los salarios en cuotas y diferirlos. Cuando el desempleo, subempleo y trabajo no registrado son elevados, el poder de negociación de los trabajadores disminuye y como resultado los salarios reales no podrán compensar el deterioro de los años pasados. Esto es más grave aun cuando los trabajadores no están afiliados a un sindicato o quedaron afuera de los convenios colectivos de trabajo.

Los indicadores de pobreza y de exclusión social, aportados por la EPH cada semestre y por la UCA, se incrementarán de manera considerable y algunos estiman que a fines de año la pobreza medida según ingresos superará el 50% de la población, algo que sólo en 2002 se registró en Argentina. La inmensa mayoría de los jubilados (casi el 75%) reciben el haber mínimo y se han endeudado con ANSES es decir con los mismos fondos que ellos contribuyeron a crear con sus aportes. La mayor parte de los pobres viven en villas de emergencia y barrios populares con un déficit habitacional, baños compartidos con varias familias, sin acceso a los servicios de gas, electricidad, salud, agua y saneamiento, es decir que vamos a estar en presencia de virtuales “ghetos”, que serán aprovechados como refugio por los delincuentes y los traficantes de drogas, y donde las enfermedades infeccionas como el dengue y ahora el coronavirus pueden propagarse rápidamente. Las consecuencias que pueden tener el contagio del virus en los territorios donde viven los sectores populares y de menores recursos son imprevisibles.

Las desigualdades entre los sectores más ricos y los más pobres de la población se ha incrementado considerablemente desde mediados de los años 70 y como lo demostraron Robert Boyer y Thomas Piketty a nivel mundial, la riqueza de los más ricos no se logró con el propio trabajo meritocrático asalariado sino inicialmente por la herencia recibida, sobre la cual no hay o son débiles los impuestos.

Las políticas públicas sociales consistentes en ayudas para la subsistencia afortunadamente han aliviado la situación de los pobres e indigentes, pero las políticas de empleo han sido menos eficaces y en la situación actual devienen necesarias y urgentes. No basta con la alfabetización, la formación profesional, las pasantías y la terminalidad educativa para aumentar el capital humano de los jóvenes y los desocupados para facilitar su acceso a un empleo. Ese es un enfoque sólo desde la Oferta. Pero el problema hay que mirarlo también desde la Demanda es decir de la creación de empleos sustentables, preferentemente en el sector privado productivo porque el Estado tendrá dificultades para aumentar su planta de personal. Dentro del sector privado es más fácil hacerlo sobre todo en las pequeñas y medianas empresas porque requieren poco capital, y si allí tuvieran vigencia los sindicatos, los trabajadores estarían más protegidos por la Ley de Contrato de Trabajo, la seguridad social, las obras sociales y las ART. Las políticas bien intencionadas que se proponen solucionar el desempleo por medio de los “micro-emprendimientos”, son idílicas y de orientación neoliberal, promueven la competencia individual entre pobres, sectores medios y artesanos que quieren autodenominarse empresarios, al estilo “Yo, sociedad anónima”. La experiencia demostró que sus tasas de creación y de mortalidad son elevadas y los que triunfan se convierten en micro empresarios que contratan luego personal en calidad de monotributistas.

La OIT suministra información y directivas valiosas que son aceptadas por empleadores y trabajadores dado que contemplan los intereses de ambas partes y repasándolas podemos basarnos en ellas para avanzar.

Los cambios necesarios para volver al crecimiento y a la justicia social.

Para hacerle frente a la crisis que se acentuará en los próximos meses –y dure tal vez años–  los cambios necesarios son de gran magnitud.

Se trata de promover la generación de empleos “decentes” con garantías de estabilidad, reduciendo la duración de la jornada para disminuir el desempleo –para que cada uno trabaje menos horas y así trabajemos todos– democratizando las relaciones laborales para frenar la explotación de la fuerza de trabajo, mejorando las condiciones y medio ambiente de trabajo, controlando los riesgos psicosociales, desarrollando el teletrabajo que se validó y recibió un impulso extraordinario e impensado para trabajar, comunicar y estudiar a distancia. Pero el individualismo aislado de los teletrabajadores puede generar otros problemas al eliminar la diferencia entre los lugares de trabajo y de vida, invadir y domesticar la vida familiar y aumentar la duración e intensidad del trabajo sin respetar el tiempo para la recuperación de la fatiga.

Probablemente, las nuevas tecnologías informáticas, la inteligencia artificial, la robótica y la denominada Industria 4.0 transformarán varios (pero pequeños) sectores modernos específicos del sistema productivo para hacerlo más flexible, y dentro del mismo aumentar la productividad, la calidad y la variedad, lo cual probablemente tendrá impactos sobre el trabajo, el empleo, las condiciones y medio ambiente de trabajo para hacerlo saludable y requerirá nuevos sistemas de educación, formación profesional y calificaciones. Pero eso tendrá un radio de acción limitado y solo lentamente terminará por influenciar a la economía en su conjunto.

El Estado democrático emerge de nuevo frente al mercado como la forma institucional dominante y ahora no se lo percibe como la causa de los problemas.

Como alternativa heterodoxa, puede configurarse un nuevo modo de desarrollo revalorizando la planificación democrática, poniendo el acento en el crecimiento económico y el desarrollo nacional, controlando los monopolios y las ETN, dando prioridad a la inversión en la economía real más que en el sector financiero, imponiendo un sistema impositivo progresivo a las grandes fortunas (como existe en los países más ricos) reduciendo las desigualdades de posibilidades e ingresos, debilitando las tendencias al consumismo ostentatorio, frenando el desastre ecológico y la “reprimarización” de la economía, introduciendo la democracia económica en las empresas (artículo 14 bis de la Constitución Nacional) y aumentando el presupuesto para educación, salud, bienestar social e investigación científica. Las nuevas tentativas de privatización de los servicios públicos deben ser cuestionadas.

El mundo que viene será muy distinto. Gracias a la crisis y la pandemia, están cayendo las barreras teóricas e ideológicas que nos impedían pensar en construir como alternativa posible un nuevo modo de desarrollo, incluso si no se modifica el actual modo de producción, porque la salida de esta crisis no la está proporcionando el mercado. Las teorías que daban prioridad al libre funcionamiento del mercado y convirtieron los bienes públicos (salud, trabajo, educación, la naturaleza) en mercancías, se deberán subordinar y ceder el paso a la defensa de la salud, la educación y la vivienda, es decir para satisfacer las necesidades esenciales que hacen posible la vida humana.

Todo eso requiere una decisión política estratégica adoptada por consenso, haciendo concesiones negociadas por parte de todos los actores sociales, impulsando su participación para implementarla y regularla. Y un Estado moderno, democrático, transparente, no burocrático, con autonomía y capacidad de intervención para regular los conflictos, impedir y sancionar la corrupción, apoyar a los más débiles, que esté dotado de profesionales competentes y honestos, nombrados por concurso y con estabilidad en sus puestos para asegurar la continuidad de las políticas de Estado adoptadas.

Finalmente, quiero aprovechar este espacio para proponer la concepción y adopción de una política para preservar la salud y la vida de todos los trabajadores –sin los cuales no se crea riqueza– es decir organizando los procesos de trabajo para que en las empresas y organizaciones se prevengan más eficazmente los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales (y no solo se reparen monetariamente los daños ya ocurridos). También, deberían reducirse las excesivas exigencias y la intensidad del trabajo que genera el “home office “, y otorgarles más autonomía y responsabilidad a los trabajadores en el ejercicio de sus tareas, respetando sus creencias y valores y no obligarlos a hacer cosas contrarias a su propia ética. Por último, es preciso adoptar protocolos severos para impedir la violencia verbal y física, así como el hostigamiento y el acoso sexual, haciendo posible que los trabajadores se expresen de manera auténtica y no se vean obligados a mentir, fingir o sonreír artificialmente para no perder los clientes o usuarios, y para que los empleos tengan la garantía de la estabilidad y la seguridad. De todo lo enumerado aquí depende la salud física, psíquica y mental de los trabajadores.

Podemos evaluar científicamente los riesgos posibles, pero además hay que tratar de reducir la incertidumbre impulsando la investigación y para eso los científicos sociales latinoamericanos en alianza con los abogados laboralistas tenemos una gran responsabilidad si nos comprometemos colectivamente para promover la construcción de una nueva economía y una nueva sociedad, más justa y solidaria, cuyo objetivo prioritario no sea el incremento de las tasas de ganancia o evitar su caída, sino el desarrollo económico y social y la preservación de la vida humana.

 

* Investigador Superior del CONICET