JURÍDICO ARGENTINA
Doctrina
Título:¿Y dónde está la pareja? Un dilema frecuente en las relaciones de pareja de las familias ensambladas
Autor:Chong García, Nelly
País:
Perú
Publicación:Revista Interdisciplinaria de Familia - Número 4 - Septiembre 2015
Fecha:03-09-2015 Cita:IJ-XCI-997
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Sumarios

La mayoría de los motivos de consulta que involucran una solicitud de terapia de pareja por parte de una pareja de familia ensamblada, implican problemas acerca del manejo de los hijos del compromiso anterior.


La mayoría de las parejas que vienen a consulta están de acuerdo acerca de que su relación es buena y que el problema se encuentra en las relaciones con los hijos y en el establecimiento de  límites adecuados que permitan dar un lugar prioritario a  la relación de pareja, sin descuidar a los hijos. 


Se propone ayudar a estas parejas a aceptar estos problemas como parte del ser una pareja de familia ensamblada y trabajar con ellos el establecimiento de estrategias de fortalecimiento de la relación de pareja como tal.


The majority of the reasons for consultation that involve requesting for couple therapy by couples from a blended family imply difficulties about handling the kids from the previous marriage.


Most of the couples that come for therapy agree about that their relationship is good and the problem is in the relation with the kids and fixing the adequate limits that will allow giving priority to the couple’s relationship, without neglecting the kids.


The aim is to help these couples to accept the problems as part of being a blended family couple,  and work with them developing strategies to strengthen the couple’s relationship.


Referencias Bibliográficas

¿Y dónde está la pareja?

Un  dilema frecuente en las relaciones de pareja de las familias ensambladas

Mg. Nelly Chong García*

La mayoría de los cuentos de hadas terminan en “y se casaron y vivieron felices para siempre”  en la actualidad se debería agregar y se divorciaron y lo volvieron intentar.

En los cuentos de  hadas, las madrastras son malvadas, y el rol de los padrastros no es menos “peligroso” generalmente se les describe como potenciales violadores de las hijastras o abusivos con los hijastros.

Sin embargo, tal y como señalan Hetherington  & Kelly (2003) este es un rol poco comprendido, muchas veces se trata de hombres que sinceramente tratan de integrarse a la familia y que buscan asumir el rol de acompañar la autoridad de la madre o presentar el lado fuerte cuando ven que ella está dándose por vencida. Igualmente muchas veces las madrastras inician su vida marital esperando ser aceptadas y queridas por sus hijastros, como algo natural y esperable.

Sin embargo, estas personas usualmente no saben que, las parejas de familias ensambladas pasan por un proceso largo de adaptación y cambios, muy diferente a los de las familias nucleares de primera unión.

Tal y como lo señalan Davison (2004), Visher y Visher (1993) y Goldberg (2000) se trata de familias más complejas, donde existen más actores para negociar y presionar y por lo tanto la relación de pareja es más frágil, en el sentido de verse más amenazada por las distintas fuentes de estrés. De otro lado, estos autores afirman que el fracaso de los segundos matrimonios, se debería al desconocimiento que tienen los miembros de la pareja acerca de que las reglas de funcionamiento de la familia tradicional, no son aplicables en su caso.

Desde el ámbito de la terapia es interesante revisar los motivos de consulta de las parejas ensambladas. Como señala, Martinez (2007) la mayoría de los motivos de consulta se relacionan con la dificultad para armar una relación de pareja sin que esta esté vinculada casi de inmediato al proyecto familia. Es decir, las parejas priorizan casi de inmediato los espacios de familia sobre los espacios de pareja. Es más, muchos se sienten culpables de intentar preservar los espacios de pareja, pues sienten que es quitarle “algo” importante a los hijos, ó que la pareja por ser un adulto, puede entender y poner a un lado sus necesidades versus las de los hijos que van tomando cada vez más importancia a la hora de organizar el tiempo a compartir.

Es muy frecuente que la demanda de ayuda gire alrededor de los límites que la nueva pareja espera que el otro(a) ponga a su ex y a los hijos del matrimonio anterior .Muchas veces, la nueva pareja manifiesta su malestar descrito como que los hijos y la ex pareja “abusan o manipulan” al padre/madre biológico e intentan que “pague” su culpa por haberlos dejado. Esta queja es tomada generalmente como injusta por la otra parte que considera que se encuentra haciendo recortes en el tiempo y en el dinero que antes recibían sin tantos límites.

Algunos ejemplos nos ayudarán a ilustrar este punto.

Juan se casó con Elena que tiene tres hijos  de 15, 17 y 19 años de un anterior matrimonio. Cuando recién se casaron hace 5 años las relaciones con los hijos eran más fáciles según Elena. Los niños eran más pequeños y en general ella se sentía en control, a cargo de la disciplina. Juan y Elena se conocieron a través de un grupo de amigos comunes, a ella le gustó que él se mostraba fuerte y parecía siempre seguro de sí mismo, después de su divorcio, ella se sentía frágil y agobiada por tener que llevar sola su negocio y ocuparse de sus tres hijos hombres. El padre de sus hijos, se había vuelto a casar a los pocos meses del divorcio y rara vez venía a ver a los hijos y menos colaboraba con la manutención de estos. Así que cuando Juan apareció en su vida, ella sintió que tendría un compañero para ayudarla en el negocio y una figura de autoridad para sus hijos.

Por su parte Juan había estado casado con Martha por 7 años, no tuvieron hijos debido a que Juan tuvo una enfermedad de niño que comprometió su fertilidad. Cuando conoció a  Elena, su relación con Martha comenzó a deteriorarse rápidamente y finalmente se separaron. Tiempo después él y Elena decidieron casarse. Para él, que siempre había querido tener hijos, casarse con Elena que tenía tres niños parecía la situación ideal. Elena parecía una persona frágil que necesitaba apoyo y protección y a la vez era capaz de sostener económicamente a sus hijos sola.

Como señala Papernow (1984), las familias ensambladas atraviesan tres estadios en su ciclo vital. En el Estadio temprano caracterizado por  un período de fantasía, las parejas tienen expectativas irreales acerca de su desenvolvimiento. Es así que tanto Elena como Juan imaginaron que las cosas serían “perfectas”. Esta vez sería mejor que sus primeros matrimonios pues ambos estaban escogiendo al otro por razones claras y no obnubilados por el amor de juventud. Sin embargo, el siguiente período dentro del estadio temprano es el que se conoce como período de “inmersión” es aquél donde surgen los problemas de ajuste y los rechazos explícitos. En el caso de Elena y Juan, los rechazos explícitos vinieron sobre todo de parte del hijo mayor, cuando Juan intentaba poner algún límite, Elena no estaba de acuerdo y lo desautorizaba delante de los hijos, un día le dijo claramente que no quería que él interviniera en la disciplina de los hijos. Como señala Papernow (1984) el grupo familiar aparece dividido en subsistemas, a menudo biológicos, con los sentimientos de exclusión correspondientes que acompañan a los otros miembros. En esta etapa, después de esa discusión, Juan se fue de la casa, el  ya no se sentía parte de la familia,  para él Elena lo dejaba de lado y les daba la razón a sus hijos, aunque supiera que estaba equivocada y que los chicos necesitaban una sanción. Para Elena, Juan era demasiado severo con ellos,  les exigía demasiado en los estudios, sus exigencias la estaban alejando de sus hijos, por un lado, ella sabía que necesitaban reglas y disciplina, pero por el otro, ella era la madre y no soportaba ver a sus hijos castigados por Juan.

Para  Papernow (1984), esta familia se encontraría  en la etapa donde, los integrantes de la pareja comienzan a tomar conciencia  de los problemas existentes y del fracaso de la fantasía inicial. Los sentimientos de decepción, de pérdida y de exclusión se presentan. Martinez, A (2007),  lo  describe como un proceso de  creciente desilusión: el otro no es quien prometió ser.

Pero Elena y Juan se querían así que tiempo después   Elena,  buscó a Juan y le prometió que no lo desautorizaría más. Juan volvió a la casa, los chicos no lo recibieron muy bien, él fue tomando el control y  la disciplina se rigidizó. De otro lado, Elena optó por no enfrentar a Juan directamente, sino que, complotaba con los chicos para no darle  toda la información acerca de las malas calificaciones en el colegio,  los permisos hasta tarde,  las salidas con amigos que a Juan no le gustaban, ó incluso el dinero que Elena les daba por lo bajo, porque Juan no estaba de acuerdo.

En una de las discusiones con los chicos, el hijo mayor le dijo a Juan que su madre los apoyaba en todo, le contó sobre los permisos secretos, el dinero, etc. Juan confrontó a Elena y ella aceptó que era cierto todo, él le dijo que esta vez se iría y no volvería más.

Elena le pidió venir a una terapia y Juan aceptó. Como señala Martinez,  A. (2007)  en estas parejas lo que parece ser  una consulta de pareja, se transformaba en el relato de los pacientes, casi de forma instantánea, en un universo de personajes, en el cual la pareja se diluía  en una danza indiferenciada: pareja, ex parejas, hijos, familias de origen, todos estaban en el escenario, pero las diferentes coreografías impedían la armonía del conjunto.

Para ellos el motivo de la consulta eran las constantes discusiones  por el tema de los hijos, según ambos ese es su único tema de discusión. Juan sostiene que Elena apaña demasiado a los hijos, según él,  ellos se burlan de ella. Elena no quiere que él se ocupe de la disciplina de los hijos, pues generalmente todo termina en discusiones entre ellos y en amenazas de los chicos de irse a vivir con los abuelos. Juan dice que su autoridad no es respetada por culpa de Elena, que siendo hijos hombres, necesitan una mano dura, que los ayude a enfrentar luego las dificultades de la vida.

Juan no comprende porque Elena no confía en él, en sus buenas intenciones para con los chicos, en su deseo de hacer de ellos hombres de bien, para Elena el problema es la preocupación constante por que sus hijos sientan que ella esta de lado de Juan y no de ellos, teme perderlos, que se vayan donde los abuelos, que la obliguen a escoger entre ellos y Juan.

Pero……Y donde está la pareja? Ambos están de acuerdo que de no ser por los temas de los hijos, ellos serían felices como en los cuentos de hadas.

Mariela tiene 27 años y está casada con Julio de 38 años desde hace 3 años. Julio estuvo casado con Sonia de 36 años y tuvieron a  Rosita de 14 y Julito de 10. Mariela y Julio son los padres de Alberto de 2 años.

Como en la mayoría de las historias de las familias ensambladas, las relaciones entre sus integrantes no son fáciles. Como señala Martinez, A. (2007)  y Valdez (2007) La dificultad para separar los conceptos  pareja  de familia está presente desde el inicio en estas familias. Los hijos y las ex parejas están presentes desde la conformación de la pareja como actores importantes y no subordinados a la historia de pareja. Así tenemos que Rosita y Julito, nunca estuvieron a favor del nuevo matrimonio de su padre. Mariela cuenta que Rosita la llamó por teléfono días antes de  la boda y le pidió que no se casara con su padre. “Ustedes deben convivir, pero no casarse, si se casan, yo nunca iré a tu casa” Y así fue, tres años después Rosita sigue negándose a ir a la casa de Mariela y Julio,   él piensa que hay que darle tiempo para que se haga a la idea. Para Mariela, Julio no sabe ponerle límites ni a sus hijos, ni a su ex. La gota que derramó el vaso, fue que ellos tenían planeado comprar un departamento, ahorraban mes a mes el dinero para la cuota inicial. Rosa la madre de los niños se quedó sin trabajo y Julio se vio obligado a aumentar la pensión de Julito y Rosita por un monto equivalente a su parte del dinero que ahorraban él y Mariela para el departamento. Ella ha tomado la decisión de separarse, pues según ella, Julio le pasará  a su hijo una pensión como a los otros niños y ella vivirá tranquila en su casa sin tener que lidiar con los problemas “ajenos”.

Para Mariela el  problema es simple, Julio debe ponerle límites a sus hijos, y a su ex y exigirles que la respeten y le den su lugar, para Julio, Mariela debería ser más comprensiva con él y sus hijos y entender que tantos límites, sólo alejarán más a los niños de él y de ella.

Ellos también están de acuerdo en que el problema no son ellos como pareja, sus discusiones al igual que la pareja anterior son sobre dos temas específicos. Los límites  para con los hijos de Julio y el manejo económico.

Gottman y Silver  (2006),  señalan que lo que hace funcionar un matrimonio es “muy sencillo” no se trata de parejas más listas o más ricas, o más astutas psicológicamente se trata de parejas que en sus vidas cotidianas han adquirido una dinámica, que impide que los sentimientos  negativos-que están presentes en la relación de pareja en algún momento- no ahoguen los positivos.

Es decir, para Gottman y Silver (2006), no son necesariamente las discusiones lo que daña el matrimonio, y no es la resolución de los conflictos lo que hace que funcione. Para estos autores lo importante es cómo se enfrentan los problemas. Ellos ponen el énfasis en aprender a convivir con lo que llaman los problemas irresolubles.

Es así, que mientras que en las parejas nucleares los problemas irresolubles pasan por aspectos del carácter, la personalidad, la crianza de cada quien, etc., en el caso de las familias ensambladas estos problemas se relacionan sobre todo con los límites hacia los hijos del compromiso anterior. La nueva pareja se siente excluida, invadida en su territorio y sin un lugar de prioridad en la vida del otro.

La propuesta que hacemos desde el espacio de la terapia de pareja es establecer con ellos dos puntos importantes de intervención.  Por un lado, ayudar a estas parejas a aceptar que el modelo de familia ensamblada involucra aprender a convivir con estos problemas (Davison, 2004, Ahrons, 2005 ) y de otro lado, que más bien la tarea de la pareja es desarrollar estrategias de fortalecimiento de su relación que ayuden a enfrentar los problemas normales de ser una familia ensamblada.

Si retomamos los casos arriba descritos,  Juan y Elena, intentaron recuperar la confianza perdida. Juan aceptó confiar en que Elena le pediría ayuda si necesitaba su intervención, el se transformó en un consultor sobre temas de chicos que se vuelven hombres, más dejó de ser el responsable absoluto de la disciplina.

De otro lado, ellos invirtieron más tiempo en pasar momentos juntos, e hicieron el esfuerzo de encontrar otros temas de conversación y preocupación que no fueran los hijos y sus problemas.

En cuanto a Mariela y Julio, siguen intentando pasar más tiempo juntos, los hijos de Julio siguen comportándose de forma hostil con Mariela, sin embargo ella reconoce que Julio hace esfuerzos por darle su lugar y poner algunos límites, ella hace esfuerzos por no ser quien lleva la responsabilidad de supervisar a Julio en como disciplinar a sus hijos.

Ambas parejas se esfuerzan por mantener el espacio de pareja como prioritario y reconocen que es en este espacio donde se encuentra la fuerza para seguir adelante. (Burt, 1999, Vischer y Vischer, 1993)

Reflexiones Finales

A diferencia de los motivos de consulta de las parejas de familias nucleares de primera unión, que reportan dificultades relacionadas con el carácter, la personalidad, la crianza, etcétera. Para las parejas de familias ensambladas la queja se refiere usualmente a las dificultades para poner límites a los hijos y a la ex pareja.

La posibilidad de priorizar la relación de pareja y otorgarle un tiempo y un espacio propio, suele ser una de las dificultades más frecuentes.

Es usual que el padre o madre biológicos se sienta compelido a proteger y priorizar el espacio parental, creando así un sentimiento de exclusión en el cónyuge.

El reto central en la terapia con estas parejas pasa precisamente por revalorizar y diferenciar la relación de pareja del espacio parental.

 

Referencias Bibliográficas [arriba] 

Ahrons, C (2005) We’re still family. Editorial Perennial Currents, Nueva York.

Burt, M. (comp.) (1999) Cómo salir adelante con una familia ensamblada. Asiba, Bs. As.

Davison, D, (2006) (1ª ED) Familias ensambladas, mitos y realidades de los tuyos, los míos y los nuestros. Eds B, Argentina S.A.  Bs. As.

Gottman,J. y Silver, N (2006) Siete reglas de oro para vivir en pareja . Ed Sudamericana. Bs As.

Hetherington , M& Kelly, J (2003) For Better or for worse, divorce reconsidered. Norton & company , Nueva York.

Martinez,A (2007) “Familias ensambladas y conflictos de pareja: Un abordaje clínico posibles”. En Sistemas familiares y otros sistemas humanos. Año 23 N°2, Bs As.

Valdez, A (2007) Familia y desarrollo. Intervenciones en terapia familiar. Ed. Manual Moderno, México.

Visher, E y Vischer J, (1993) “Dinámica de las familias ensambladas exitosas” en Revista Sistemas familiares, Bs. As., ASIBA, año 9, Nº 2 Agosto.

 

* Psicóloga Clínica, terapeuta familiar y de parejas, directora de IFASIL (Lima, Perú) nchong@ifasil.com



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