La voz del niño en la justicia
Lic. María Esther Cavagnis*
“Para el adulto es un escándalo que el ser humano en estado de infancia sea su igual”
Doltó, F.
En estas últimas décadas asistimos a un cambio de paradigma social.Las instituciones familia, escuela, encargadas de perpetuar la cultura, formando sujetos sujetados a las normas, disciplinados y dóciles han perdido su “eficacia reproductiva”. El modelo patriarcal de familia ha sido puesto en cuestión. Perdió su lugar hegemónico y naturalizante, visibilizándose otras prácticas, otros modos de vida, algunos que siempre existieron y también emergieron otros nuevos.
El metarelato unificador de la modernidad que había silenciado la voz de las mujeres y los niños empieza a perder solidez. El niño comienza a ser escuchado porque deja de ser un adulto incompleto y pasa a tener ciudadanía epistemológica.
La infancia ya no es una instancia minorizada, empequeñecida, inferiorizada. Los niños tienen voz y cuando alguien tiene voz es parte en una conversación y por lo tanto participa de las decisiones sobre su vida.
“La duda de quién está condenado a la desmemoria a la eternidad proclama
Solo una cosa no hay, es el olvido.”
Sosnowski. Borges y la cábala.
I. Viñeta Clínica [arriba]
Lucia (3,6 años) Denuncia de abuso sexual contra su padre.
Lucia rechaza mi ofrecimiento de muñecos (tipo Barbies) para jugar. Con visible desagrado me las devuelve diciendo “están sucios, no los quiero” y elige unas plastilinas. Propone modelar un papá y una nena. Acuesta a la niña con la cabeza sobre el regazo del padre y pone la mano de él entre las piernas de la niña. Le pregunto que hacen y me dice “nada ven tele”, luego desarma las figuras y dice “me quiero ir ya”.
En otra sesión ella es la mamá y yo soy el médico: le pregunto ¿señora, que le pasa a su hija? ...ella dice “llora por que le duele la colita y no se quiere bañar”, pregunto ¿por qué será? , ella dice: no se, ud. es el médico. Entonces cambiamos los roles y cuando ella es el médico a la misma pregunta responde “me parece señora que el padre le toca la colita”... le pega una curita a la muñeca entre las piernas y empieza a guardar los juguetes con el pulgar en la boca. Yo le digo, “me contó tu mamá que vos también lloras cuando te bañan” y Lucia responde: “a mi también mi papá me toca la colita” y se niega a seguir hablando. Le pido que muestre en mi mano como la toca. Hace un movimiento suave circular y se detiene sobre un lunar que sobresale en el dorso. Continúa con una caricia que se me ocurre claramente masturbatoria y luego clava su dedito entre mis dedos y grita como jugando “¡¡¡ay, ay!!!”.
Lucia dibuja genitales a las figuras masculinas y después las tacha totalmente o las corta en pedacitos con la tijera. Una vez dibuja unas gotitas saliendo del pene y dice “a papá le sale jugo del pito, de color un poco blanco y un poco rosado... me mojó la mano...”
L: ¿Que escribes?
T: Lo que me estas contando, le contesto.
L: Y ¿para que?
T: Para contárselo al juez
L: ¿Escribiste todo?
T: Si…
-L (Aliviada): Bueno, entonces… ¿ya me puedo olvidar?…
En ocasiones el relato de los niños es el único elemento con que contamos para dar cuenta de algunas situaciones vividas por ellos. Sin embargo la validación de estos recuerdos a partir de los relatos es a menudo difícil.
El SAP (síndrome de alineación parental) propuesto por Gardner se basa en la idea de que existen denuncias falsas, producto de la implantación de memorias, mediante la co-construcción de relatos en las que situaciones no vividas pueden ser recreadas por los niños a partir de la construcción de los adultos de falsos recuerdos. Dice Gardner: “Estos relatos, construidos en el lenguaje se usan a menudo como prueba de situaciones no vividas por los niños para obstaculizar el acceso de alguno de los padres a ellos especialmente en los casos de divorcio destructivo”.
Hay posiciones polarizadas en torno a este tema. Algunos especialistas creen que el SAP es un invento perverso que responde a los intereses de los abusadores de niños. Hablan del Back Lash como un movimiento de oposición que se genera a partir de los avances en el conocimiento y validación del abuso de menores. Otros se posicionan en el lado opuesto, especializándose en desacreditar los relatos de los niños, a las madres en proceso de divorcio y a los peritos, cuestionando sus instrumentos y técnicas y presionando con la amenaza de denuncias penales o de daños por mala praxis.
Justo es mencionar en este punto, que los centros especializados en el diagnóstico y tratamiento del abuso sexual infantil, se encuentran en estos momentos jaqueados por múltiples procesos judiciales. Esto ha tenido como primer efecto cierta paralización y silenciamiento en los profesionales implicados con el cuidado de los niños, del mismo modo en que los niños abusados guardan silencio frente a la omnipotencia de sus progenitores abusadores.
El caso de Mar del Plata (Melo Pacheco) que termino con “el abusador” absuelto y los psicólogos procesados puso sobre el tapete la discusión de esta cuestión.
II. Aclaraciones sobre el síndrome de alineación parental [arriba]
Gardner creó en 1985 el síndrome de alienación parental (SAP) a partir de su práctica privada como psiquiatra. Según esta teoría, un progenitor -en más del 90% de los supuestos la madre-, aliena al hijo contra el padre en el contexto de la disputa por la custodia, alegando en la mayoría de casos falsas acusaciones de agresión sexual hacia los hijos por parte del progenitor varón.
Alienar según el diccionario de la R.A.E. es equivalente a enajenar, y en el sentido utilizado por Gardner alude a que el niño sometido a la influencia de un progenitor (fundamentalmente la madre) tendría una percepción distorsionada sobre el otro progenitor. Uno de los criterios principales para determinar la falsedad de estas acusaciones era, precisamente, que se formulasen en el contexto del litigio por la custodia de los hijos. Gadner propuso que a nivel judicial se transfiriera la custodia del menor al progenitor rechazado, el padre, interrumpiendo totalmente la comunicación con la madre, quien debería ser tratada por un experto en SAP, mientras se “desprogramaba” al menor.
De hecho el SAP no ha sido reconocido por ninguna asociación profesional ni científica, habiendo sido rechazada su inclusión en el DSM-IV por la Asociación Americana de Psiquiatría, y en la ICE-10 de la OMS. Estas y otras instituciones que priman los objetivos clínicos y de investigación, basan la inclusión de una nueva entidad diagnóstica en la existencia de sólidas bases empíricas, no cumpliendo el SAP ninguno de los criterios necesarios.
La aversión o rechazo de los menores a las visitas de los progenitores que no tienen la custodia puede explicarse mejor sin recurrir a la teoría pseudo-científica de Gardner: la ansiedad normal del menor tras la separación de sus padres, la inquietud del menor por el progenitor ausente durante la visita al no custodio, el comportamiento inapropiado del progenitor rechazado (que puede ser insensible a las necesidades del niño), la negligencia o maltrato del progenitor no custodio, la manipulación espontánea del niño a ambos padres... o la violencia previa por parte del padre hacia la madre y los menores (bien de forma directa o por la exposición a la violencia de género).
Este tema sin duda complejo genera preguntas, interpela nuestra pericia y nuestra ética. Me propongo reflexionar acerca de algunos aspectos vinculados a las dificultades que se nos presentan al intentar validar los testimonios de los niños que se derivan de la complejidad de la temática misma.
1- Función historizante
La memoria no es arqueológica, no es un reservorio de restos fosilizados de experiencias vividas. Es una creación actualizada, plena de vitalidad, de un sujeto entramado con otros, en el proceso de producción de sentido de sus experiencias.
La actividad de la memoria, paradójicamente, requiere del olvido, recordemos a Borges y a su inolvidable Funes. El historiar implica olvidos y elecciones, selecciona preguntas y establece prioridades, delimita una estética y una ética que acepta el lugar de la propia mirada.
Historiar, por lo tanto, no es una función pasiva de un sujeto que reproduce hechos vividos sino que es un proceso de re-creación de nuestra subjetividad en un área precisa del espacio-tiempo. El recuerdo es una construcción nueva cada vez, que se modifica y nos modifica, entretejiendo sensaciones, emociones, imágenes, textos. Así el pasado es una emergencia de la actividad de recordar.
Ni aun la fantasía es una producción psíquica independiente de toda huella de acontecimientos, ni existe un trauma en el que el acontecimiento puro se inscriba, indiferente del mundo fantasmático.
2- Memoria evolutiva y memoria traumática
Las investigaciones muestran que los niños pueden verbalizar completamente sus experiencias cuando el trauma se produce a partir del rango comprendido entre los 28 y 36 meses, mientras que en edades anteriores no lo pueden hacer o sólo lo hacen parcialmente. Sin embargo los recuerdos conductuales existen aún cuando el niño no posea un recuerdo verbal del trauma. El juego, las puestas en acto, y los temores asombrosamente reflejan partes de la experiencia traumática del niño.
El pensamiento concreto, la pobreza en las estrategias de memoria, la inmadurez del lenguaje expresivo, los frecuentes errores de omisión, la falta de estructuración lógica del pensamiento (espacio- tiempo- causalidad), así como el egocentrismo del pensamiento de los niños pequeños suelen ser los principales obstáculos en la validación de sus relatos
En referencia a la importancia y a la eficacia de las palabras, en el caso del abuso sexual infantil, la víctima -el niño- generalmente no cuenta con significantes para nominarlo. Palabras que no alcanzan por un lado, palabras que faltan por el otro. Justamente esta ausencia de palabras, que imposibilita la simbolización, es uno de los determinantes de la capacidad traumatizante que el acontecimiento perverso del abuso sexual infantil conlleva.
La escisión y la negación son los mecanismos principales que acompañan al abuso sexual infantil y al incesto ya que es la dimensión de lo siniestro la que mejor lo describe.
Solo fragmentos de recuerdo verbal a veces significaban todo el hecho. Los recuerdos son a veces elaborados con símbolos con significado evolutivo lo que hace que la historia verbal pueda sonar a fantasía aunque sea verdadera en relación al trauma real. También, en la medida en que los recuerdos traumáticos se almacenan, su significado a menudo se reelabora y reevalúa a medida que el niño se desarrolla. No permanecen estáticos a lo largo del tiempo.
Los recuerdos verbales incompletos de hechos traumáticos pueden ser el resultado de la inmadurez cognitiva y de la supresión debida al afecto doloroso. El fracaso de un niño para recordar muchos detalles del trauma, especialmente en los casos de traumas múltiples y repetidos no significa que el niño no haya experimentado un trauma.
La investigación también ha mostrado que el recuerdo de los niños pequeños para los detalles se puede aumentar por la utilización de objetos auxiliares. Su uso puede estimular el recuerdo y no hay evidencia de que lo distorsione.
Tanto adultos como niños están sujetos a la sugestión. Sin embargo, los recuerdos de importancia central para un niño están menos sujetos a la sugestionabilidad o al uso de preguntas inductoras que los recuerdos de importancia periférica, aunque lo que los adultos y los niños consideran importante no siempre coincide.
III. Diferencias que hacen diferencia [arriba]
Sin embargo y a pesar de las dificultades antes descriptas, es posible para un perito con adecuada formación especializada, brindar información útil que represente un apoyo valioso a la hora de administrar justicia.
Diferenciar adecuadamente un relato “real” de un relato “construido” es esencial para preservar el objetivo primordial de ambas disciplinas: trabajar por el bien superior del niño.
Es de utilidad para la tarea tomar en cuenta algunos indicadores:
a.- El relato tiene una estructura lógica. Esto no implica linealidad ya que pueden aparecer ramificaciones, digresiones, pero estas no modifican su estructura básica.
Progresivamente con las repeticiones hay detalles nuevos que van enriqueciendo el relato pero que no cambian su sentido.
Mientras que el relato “construido verbalmente por otros” es sistematizado, rígido, cerrado, lineal, reiterativo.
b.- El clima emocional que acompaña al relato. Es intenso, nos invade. El niño puede mostrar rechazo y/o evitación del tema, sentimientos de temor y/o vergüenza.
c.- Inclusión del cuerpo: el cuerpo expresa y acompaña el relato. Se conmueve. Hay reportes de registro de los sentidos (sonidos, olores, sabores etc.), Sensaciones.
En resumen: cuando hablamos de escuchar al niño, ¿de que escucha hablamos? Hablamos de una escucha que no es literal. Una escucha que no se centra exclusivamente en lo que el niño dice con palabras sino de una escucha que incluye el cuerpo, la gestualidad, otras formas de expresión (dibujos, juego etc), lo que “no dice” cuando habla pero se expresa de otros modos. Aquello que no es representado por el lenguaje y sus significados sino que se presenta envuelto en otros modos de expresión creadores de sentido.
Por ello es importante que la palabra del niño sea escuchada por la justicia siempre ayudada por un especialista que esté capacitado para interrogar adecuadamente al niño y captar señales en su respuesta además de lo verbal.
No desconozco la existencia de padres y madres que hacen un trabajo de instigación de un niño en contra del otro progenitor. Lo que estoy diciendo es que un profesional debidamente entrenado en la escucha especializada de niños no pueda distinguir entre un relato de una experiencia vivida y un relato que solo repite lo que fue transmitido verbalmente por otro pero no fue experimentado por más convincente y reiterativo e insistente que el adulto haya sido. No hay modo de implantar memoria corporal, sensorial y emocional de lo no vivido.
IV. Revinculación [arriba]
El recurso de la revinculación muchas veces aparece un tanto precipitado, con el objetivo loable de acercar al niño al padre con el que no tiene contacto y también para desjudicializar a las familias lo antes posible, pero que puede terminan generando “profecías que se auto cumplen”. Así por ejemplo si el progenitor (generalmente la madre), no se siente escuchada, su reacción puede ser una respuesta a lo que siente como una falla del sistema en la protección de su hijo. Es muy importante para el guardador sentir que ha sido escuchado y que la prioridad es proteger al niño durante el proceso. Cuando los profesionales actúan de modo indiferente, o con una actitud de censura o si ya se han formado una opinión prejuiciosa, el escenario está preparado para que la madre responda de una manera que será percibida negativamente" (Berson, 1999). La intervención que de aquí se derive puede llevar entonces al niño a una situación de mayor vulnerabilidad, y esto porque se anula la función compensadora del padre protector frente a los factores de riesgo, hasta el punto de ser amenazados con la pérdida de la tenencia.
La búsqueda de revinculación forzada proviene de un mal entendimiento no sólo de la teoría sistémica sino, más aún, de la misma función paterna e implica casi seguramente una revictimización. La revinculación no debe exigirse, debe trabajarse muy cuidadosamente, con la delicadeza que el psiquismo de un niño requiere. Es necesario que se sienta a salvo y para ello es necesario que el progenitor con quien él tiene confianza habilite su accionar. Antes que forzar violentamente preferiría demorar la revinculación para cuando el trabajo terapéutico lo haya ayudado a poder sentirse seguro en el nuevo vínculo ofrecido.
Vale aclarar a riesgo de ser redundante que en el caso de abuso sexual: a) la revinculación nunca es aconsejable. b) la terapia familiar conjunta de abusador y abusado es iatrogénica; y c) el tratamiento del abusador debe cursar por separado. Yo pondría la revinculación muy adelante en el tiempo, cuando el niño haya crecido y se haya empoderado suficientemente como para a) poder discernir si el vínculo ofrecido por el abusador es saludable o perverso, y b) poder resolver con autonomía si quiere perdonar o no al abusador. Entiendo que el perdón es un derecho del niño, no del abusador.
Debemos estar muy atentos al valor agregado que a veces atribuimos “per se” a la familia tradicional. Esta concepción sostiene que “es preferible un mal padre a ningún padre”, y es en estas convicciones, valores y creencias, que anida la posibilidad de un nuevo forzamiento, donde la voluntad del niño de revincularse o no con aquel que lo abusaba o golpeaba, sea arrasada en nombre de su protección.
Referencias bibliográficas [arriba]
1. Barudy, Jorge. El dolor invisible de la infancia. Bs. As. Paidos. 1998.
2. Cárdenas, Eduardo. El abuso de la denuncia de abuso. Revista La Ley 15 de septiembre de 2000.
3. Cirillo Stefano , Di Blasio Paola. Niños Maltratados. Diagnóstico y terapia familiar, Buenos Aires, Paidós, 1991.
4. Gardner, Richard A. Verdaderas y Falsas Acusaciones de Abuso Sexual Infantil. 1992.
5. Glaser Danya , Frosh Stephen. Abuso sexual de niños. Bs. As. Paidós 1990.
6. Intebi, Irene. Abuso sexual infantil. En las mejores familias. Barcelona. Editorial Granica. 1998.
7. Malacrea, Marinella. Trauma y Reparación. El tratamiento del Abuso sexual en la infancia. Barcelona, Editorial Paidós. 1992.
8. Perrone, Reynaldo y Nannini, Martine (1997).Violencia y abusos sexuales en la familia. Un abodaje sistémico y relacional". Buenos Aires. Editorial Paidós. 2000.
9. Usandivaras, Carlos, "El síndrome de alienación parental. Una forma sutil de violencia en el post-divorcio. Seminario intensivo de Psicología Forense. Colegio de Psicólogos de San Isidro en 1993.
10. Volnovich, Jorge. Abuso Sexual en la Infancia. Buenos Aires.Ed. Lumen-Humanitas, 2003.
Notas [arriba]
* Licenciada en Psicología. Magister en Psicología clínica. Magister en investigación educativa y análisis curricular. Directora docente de la fundación Familias y parejas. Docente titular en la cátedra de epistemología sistémica en la carrera de especialización en terapia familiar sistémico-asistencial Universidad de Buenos Aires.
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