Puesta en valor de la Democracia Representativa [1]
Daniel Fernando Baraglia [2]
En arquitectura se habla de puesta en valor del patrimonio cultural, en especial de aquellos edificios clásicos que se hace necesario restaurar por el paso del tiempo.
A semejanza vamos a referirnos a la puesta en valor de la democracia representativa y de los partidos políticos por la que ella se sostiene.
A lo largo de la historia la mayor o menor concentración del poder ha tenido como correlato una mayor o menor participación ciudadana, en cuanto a cantidad de participantes, a su grado decisorio, la continuidad de funcionamiento y periodicidad en las convocatorias.
La democracia tal como hoy la conocemos es esencialmente un sistema de gobierno de poder limitado por el derecho, elegido libremente por el pueblo en forma periódica, que tiene por fin garantizar los derechos humanos y procurar el bienestar general de la gente.
I. Antecedentes medievales [arriba]
I.1. Antecedentes hispánicos
La sociedad medieval se componía de nobleza, clero y estado llano. Dentro del estado llano se distinguía la burguesía integrada por los principales vecinos de las ciudades y las villas, del resto de la población.
El carácter estamental de la sociedad hizo que parte de sus miembros tuvieran con distintos grados de importancia, presencia en las instituciones políticas de su tiempo. En las Cortes de Castilla y León, derivadas de las Curia Regis Plenas además de los consejeros del Rey se incorporaban a nobles y eclesiásticos y aparecen también representantes de las ciudades y de las villas.
Los historiadores recogen como primera reunión de Cortes de la que se tiene constancia, estar compuesta por los tres estados, la de León de 1188. Tuvo lugar a comienzos del reinado de Alfonso IX en el claustro de la Basílica de San Isidoro.
Es interesante la reunión celebrada en Benavente en 1202. En esta asamblea se acuerda pagar un maravedí anual por habitante a cambio de que el rey no altere el valor de la moneda durante siete años[3].
Si bien encontramos antecedentes de otras asambleas desde el siglo III para la resolución de problemas locales y otras posteriores como el conventus publicus vicinorum de la España visigoda; el placitum de los francos, las asambleas del shire y del hundred en el ámbito anglosajón, y otras de carácter religioso como los Concilios Toledanos de los que participan eclesiásticos y también representantes de la nobleza, lo que caracteriza a las reuniones de León de 1188 y Benavente de 1202 es que son convocadas por el Rey para tratar cuestiones que interesan al reino no sólo al ámbito local, que van a tener repercusión sobre sus miembros por lo que se necesita su consenso y donde son convocados los hombres libres de los tres estados, nobleza, clero y pueblo, aunque este último representado por entonces sólo por la burguesía. En Hispanoamérica la convocatoria a Cabildo Abierto reunía a los principales vecinos como representantes ante situaciones de importancia para la ciudad o la región.
I.2. Antecedentes del Parlamento inglés[4]
El primer antecedente que se recuerda de Inglaterra, data de 1213, el Rey Juan Sin Tierra despacha una comunicación a los sheriffs para que le envíen a Oxford una representación de cuatro caballeros y burgueses por shire o condado, a fin de tratar cuestiones del reino.
Según se indica en la página web del Parlamento Británico[5], el primer uso conocido oficial del término Parlamento fue en el año 1236[6]. Describió las reuniones consultivas del monarca inglés con un numeroso grupo de sus nobles (Condes y barones) y prelados (obispos y Abades).
En 1258 la nobleza, acaudillada por Simón de Monfort, se rebela contra Enrique III y tomó el poder. El Monarca se sometió a la tutela de una comisión de 24 miembros, 12 elegidos por el rey y 12 por los nobles. Esta comisión impuso al rey las Provisiones de Oxford, según las cuales los altos funcionarios serían nombrados con el consentimiento del Parlamento, se reunirían tres veces al año, y se creaba un consejo financiero de 24 miembros. También habría un control ministerial de 15, y una comisión permanente de 12. Nacía, así, el Parlamento.
En 1265 Simón de Monfort convocó un nuevo parlamento, en el que reunió a la nobleza, al clero y a ciudadanos de los condados, con lo que el tercer estado entraba en el Parlamento. La siguiente vez que fueron convocados a Parlamento fue por el rey Eduardo I de Inglaterra en 1275. La instalación en Londres de la sede del Parlamento tuvo lugar recién en el siglo XVI.
I.3. Antecedentes en Francia
En Francia, durante el reinado de San Luis IX, que gobernó entre 1226 y 1270 algunos miembros de las burguesías locales son llamados a formar parte de las curias regis itinerantes que acompañaban al Rey, con facultades de tribunal de justicia y vinculado a ello el establecimiento de la ley aplicable. Esto da lugar a la creación del Parlamento de Paris, con funciones de tribunal de justicia, a diferencia de lo que ocurriría con el Parlamento inglés que evolucionó a funciones legislativas.
De las reuniones de los Estados Generales de Francia surge el antecedente de la Asamblea Nacional. Para 1302 Felipe el Hermoso convoca en Francia a los tres estados, nobleza, clero y representantes de las ciudades, lo que se ha considerado la primera reunión de los Estados Generales[7]. Estas asambleas fueron disueltas en 1614 por el Rey Luis XIII y convocados por última vez en 1789. En ese lapso de casi 500 años fueron reunidos 21 veces. Se reunía por brazos, clero, nobleza y estado llano y cada estamento emitía un voto. Para 1789 se cambió el sistema de votación a votación conjunta y los representantes del estado llano a los que se sumó parte del clero triunfaron en la decisión sobre la nobleza y los altos prelados dando lugar a la revolución.
Las convocatorias tenían como causa crisis políticas, acciones militares y necesidades financieras en donde se procuraba el consenso de los representantes para las decisiones reales. La función de estas asambleas era por lo general aprobar la aportación por cada provincia de hombres para la guerra y dinero para el Estado.
I.4. Otro enfoque
Con una visión distinta, otros historiadores limitan estos antecedentes entendiéndolos como propios de las relaciones de vasallaje del sistema feudal. La asistencia de los representantes de las ciudades, como del clero y la nobleza, lo es en virtud del deber de asistencia o consejo para con el monarca[8]. La convocatoria a asambleas, cortes o curia regis o parlamento ampliado es así facultad exclusiva del Rey, quien lo hace cuando lo entiende oportuno o conveniente. Más de las veces para obtener consenso sobre contribuciones extraordinarias en materia de impuestos o reclutamiento de tropas para la guerra, u otras de carácter legislativo. Señalando también otros aspectos que serían disfuncionales en la comparación que se hace con los sistemas parlamentarios modernos. Estos son la seudo representación en la forma que se invita y selecciona a los concurrentes y la ausencia de deliberaciones consistiendo las reuniones en la confirmación o aceptación de los temas que presenta el Rey y donde la facultad de legislar corresponde al poder real.
No obstante estas observaciones, se considera que en la representación de la burguesía de las ciudades junto al clero y la nobleza en las asambleas medievales se encuentra el origen del sistema representativo de las Cortes de España, la Asamblea francesa y el Parlamento británico.
I.5. Los principios políticos del siglo Tudor
Una ley promulgada durante el reinado de Enrique V (1413-1422) en Inglaterra, exigía que los miembros del Parlamento viviesen en su distrito electoral. En el siglo XVI se le reconocían al Rey y al Parlamento funciones representativas. El rey era la cabeza representativa de la comunidad en su conjunto o sea del reino y los miembros del Parlamento seguían teniendo sus tradicionales funciones medievales de representación de las comunidades locales y de los intereses especiales. El Parlamento era responsable ante sus electores.
Pero tanto Samuel Huntington como el historiador Edward Mc Nall Burns[9], también desarrollan opiniones críticas a la época. Muchos ciudadanos recibieron de buen grado el establecimiento de la monarquía absoluta, después de la Guerra de las Dos Rosas, la clase media especialmente quería la protección de un gobierno firme. Eduardo VIII e Isabel I, adquirieron parte de su poder simulando que ejercían un gobierno popular. Cuando no estaban seguros de que prosperara la medida a tomar, reunían al Parlamento de modo que pareciese que era voluntad de los parlamentarios. Bajo estos monarcas la rama legislativa del gobierno era poco más que un sello de goma. Convocaban al Parlamento de manera irregular, circunscribían sus sesiones a periodos muy breves, interferían en las elecciones y llenaban las dos Cámaras con sus favoritos. Adulaban, halagaban o insultaban a los parlamentarios según lo exigía el caso, para conseguir su apoyo. Cuando se aprobaban leyes que la corona no quería el Rey procedía a vetarlas.
Si bien en la representación de los tres países que mencionamos se mezcla la representación estamental funcional de los tres estados nobleza, clero y burguesía, ésta como representación de los hombres libres o estado llano, con la representación política territorial, lo que queremos destacar es que la idea de representación y más que la idea los hechos de representación llevan siglos en la cultura política de occidente.
II. Las Colonias norteamericanas [arriba]
Para Samuel Huntington, los sistemas representativos de las colonias norteamericanas reprodujeron aquellas prácticas de los reyes Tudor que continuaron en la constitución de los Estados Unidos. El Presidente de la Unión, como el Rey de Inglaterra representa los intereses del conjunto de las comunidades, los miembros del Congreso tienen la representación territorial de las distintas regiones. La residencia local se convirtió en un requisito legal de representación[10]/[11].
II.1. Evolución
Mientras que las Colonias de Norteamérica mantuvieron la idea de la representación territorial que llevaron a su Constitución, en Europa los Parlamentos o Asambleas legislativas fueron reemplazados por la Corte Real en Palacio o en forma más acotada por el Consejo de Estado y sus Ministros, designados por el Rey.
Si uno se detiene a ver los modernos sistemas presidencialista y parlamentario, recogen ambos antecedentes, el Congreso o Parlamento con la representación regional territorial y el Ejecutivo acompañado de sus Ministros elegidos por el Presidente.
II.2. El Congreso
Por otra parte hay que observar el cambio de paradigma entre un Congreso pensado en el siglo decimonónico y un Poder Ejecutivo del siglo XXI. El Ejecutivo elabora los planes, programas y proyectos de gobierno a través de sus ministerios que disponen de una capacidad técnica de la que no dispone cada legislador del Congreso, ni sumados por bloque. A más el ejecutivo tiene la posibilidad de ampliar sus colaboradores en instancias que así lo requieran y formar comisiones mixtas donde trabajan por ejemplo asesores ministeriales junto a legisladores. Los planes y programas que prepara el ejecutivo, como los cambios que pretende introducir en el gobierno o en la sociedad, se vuelcan en proyectos normativos. Cuando por la índole de los temas o cuestiones de que se trate, no basta un decreto sino que se requiere de una ley, razonadamente se lleva a la intervención del Congreso.
El Congreso es el lugar donde los legisladores del oficialismo tratarán de defender los proyectos del gobierno y donde los partidos de oposición, que no son gobierno, señalaran sus puntos de vista o sus disidencias. Los gobiernos de coalición son más propensos al debate, porque puede que se termine de ajustar el proyecto en el Parlamento entre los partidarios que forman la coalición y mediante la búsqueda de consenso en otros partidos.
El Congreso ha sido reemplazado por el Ejecutivo como fuente natural de elaboración de proyectos y programas legislativos de gobierno. Pero el Congreso cumple y cumplirá la función de vallado frente a la posibilidad de concentración del poder de los gobiernos, al tener que intervenir más voluntades en la sanción de las leyes. Por esa razón el bicameralismo parece imponerse sobre un Parlamento único.
III. La crisis de representación [arriba]
III.1. ¿Qué entendemos por modelo representativo dependiente?[12]
La representación dependiente es una de las manifestaciones de la crisis de representación. Se caracteriza por que la propuesta de representación no la formula el elector ni el candidato sino un tercero que en forma transitiva expresa que ese candidato es el representante que podemos elegir.
La representación depende así de una posición superior de poder político que manifiesta la oferta de representación en términos como “estos son los míos” formulada por el representante mediático o de alguna forma más conocido y que en la mecánica electoral del ámbito local y regional para la mayoría de los electores del padrón, actúa de manera no tanto de explicitar de donde son, sino con quien están.
Los representantes secundarios son por un lado como un voto refuerzo al candidato mediático que dirige o acuerda la representación dentro de los núcleos políticos del partido y por otro lado van a la cola del candidato principal en caso de ser unos desconocidos políticos.
Puede decirse también que es una representación inversa en el sentido de que más que candidatos a representantes por los ciudadanos o vecinos, resultan agentes o representantes de una “agencia política” que les confía la representación en la zona y que para que se les otorgue tal carácter han de alguna forma acreditado:
1. Manejo de marketing político o cierta capacidad operativa en clientelismo político.
2. Posibilidades de respaldos económico-financieros y
3. Capacidad de gestión.
Contribuyen a esta dependencia: La forma de selección de candidatos. Las listas sábanas. La no confrontación o no difusión de programas de gobierno. El hecho de que lo local está comúnmente alejado de la representación mediática que impacta en los medios de comunicación masiva y que permitiría obtener al menos una imagen del candidato local y escucharlo. La no distinción en los hechos entre domicilio y residencia efectiva, lo que puede significar la extraterritorialidad del representante.
Las redes sociales pueden cumplir la función de acercar al candidato.
III.2. Las listas sábanas
Las nóminas de diputados de las provincias que tienen sólo 5 diputados, la mitad de los cuales se eligen cada 2 años no encuadran en el concepto de listas sábanas. Por tanto son alrededor de 7 de los 24 distritos en que se divide el país para la elección de diputados nacionales, provinciales y concejales los que serían objeto de la crítica que se hace de falta de representación de aquellos candidatos que integran las listas y que no se conocen.
La cuestión se produce en los sistemas de lista completa, lista incompleta de 2/3 o sistema proporciona D´hont para los núcleos de población que llevan un número considerable de candidatos, no así en el sistema de circunscripción uninominal de aplicación en Estados Unidos y el Reino Unido. Una forma de dar solución a las críticas sería entonces adoptar el sistema de circunscripción uninominal tanto en primarias abiertas como en la elección general para cubrir esos cargos.
III.3. ¿La representación, una ficción?
Hay una opinión generalizada en la doctrina constitucional argentina que considera a la representación política una ficción, atento a que el mandato representativo no obliga al legislador, quien actuará sin sujeción a la voluntad de sus electores.
Para comenzar a deshilvanar la cuestión recordemos que en derecho privado, paralelismo del que se nutre la crítica, conviven distintas figuras, desde el mandato civil, la representación comercial, el contrato de agencia, los concesionarios de automotores, las franquicias, etc., donde el otorgante tiene un producto, un servicio que manejará el representante de acuerdo a instrucciones y procedimientos de los cuales no participa el ciudadano en lo político.
Pero hay otros tipos de representación, que apoyan la existencia de la representación política, por semejanza. Tales son las empresas, organizadas como sociedades anónimas. En estas los accionistas en asamblea elijen al Presidente de la Compañía y los miembros del Directorio. El Presidente es el representante legal de la empresa, a la vez puede haber otros representantes como los gerentes y en empresas internacionales representantes regionales. También los Embajadores representan al país en su Embajada.
También el Síndico es el representante de los accionistas en defensa de sus intereses en la sociedad anónima, como el Defensor del Pueblo lo es en la Nación al ciudadano. Pero nadie puede negar que en la Asamblea los accionistas dotaron al Presidente de representación para conducir la empresa. Como tampoco nadie puede negar que del resultado del acto electoral se dotó de representación al Presidente y los legisladores.
En ninguno de estos casos la representación es imperativa, tiene por fin el conducir el buen manejo de los negocios públicos o privados.
El término representación como vemos se utiliza con distintos contenidos y más amplios que el mandato. De tal forma que podemos dar a la representación política el carácter representativo sin que aparezca como el producto de una mera ficción.
III.4. La crisis de los Partidos Políticos
La cuestión que pasamos a considerar se une al ataque de la supuesta falta de representación, la crítica a los Partidos Políticos y aún más al sistema democrático representativo.
La representación democrática podrá o precisa mejorar pero no es una ficción y es mejor gobierno que las dictaduras militares o las dictaduras de partido.
La democracia representativa se ha visto desacreditada tanto por las elites aristocráticas de la sociedad políticamente conservadoras o por intereses capitalistas, como por movimientos marxistas, intelectuales, nacionalistas y regímenes populistas.
Un miembro de la Cámara de representantes del Partido Republicano por el Estado de California, en la década de 1980, llegó a decir que el impuesto a las ganancias y el sufragio universal son los costos que los ricos tienen que pagar para poder vivir con los pobres.
Los argumentos que sostienen muchos intelectuales del derecho repiten de alguna forma el descreimiento de Platón de la democracia ateniense o la crítica de Jenofonte para quien en los asuntos públicos de la ciudad debiera elegirse el gobierno de los más aptos, como para la guerra se elige a los mejores generales[13].
La selección de los candidatos que hacen los Partidos Políticos, al menos de quienes encabezan las listas, tiene en cuenta cierta capacidad de los mismos y como miden en las encuestas de opinión. Luego son sometidos a elección popular. Claro que no es el gobierno de los filósofos sino el de los políticos
El problema se plantea ante partidos políticos o secciones de partido de baja calificación, algo de lo que no se acostumbra a hablar. Falta de preparación de los cuadros, experiencias negativas que se repiten, baja impronta democrática, clientelismo político, dirigentes proclives a aceptar o a imponer la corrupción.
Hay una representación ligada al Partido político y a través de este a la provincia de la que provienen y un vínculo específico individual con el lugar de residencia o de donde partió.
Por más que Alberdi siguiendo la tesis del Abate Sieyes escribiera en su proyecto de constitución nacional que (Art. 61.) cada diputado representa a la Nación, no al pueblo que lo elige, y que el texto de la CN dice una (Cámara) de Diputados de la Nación, en los hechos se da una representación dual.
El periodismo especializado pide de los legisladores libertad e independencia de criterio cuando no votan como el periodista piensa que debe ser, sino que siguen las directivas del Partido.
Juan Vicente Sola cuenta que los congresistas norteamericanos suelen modificar sus votos fundamentados en la libre convicción, a cambio de obras que favorecen sus comunidades locales, mientras que en otros países la lealtad al partido se manifiesta de manera más férrea.
La forma de actuar de los legisladores respecto al bloque y de la conducción central de su partido dependerá de varias cosas que pueden estar presentes en la labor y pasar por su cabeza.
Entre estas, de la posición que tenga dentro del Partido y su sentido de pertenencia al equipo de trabajo partidario. De la lealtad y exigencias de lealtad hacia el Partido Político que se exija frente a un tema, cuestión o proyecto determinado o de la libre convicción respecto del tema, que formule la conducción del Partido. De la forma de selección de los candidatos y de la lealtad a la conducción central o a la conducción distrital y con quien lo llevó o puso de candidato. De la lista y sistema electoral con el que se lo eligió y elegirá la próxima vez. De la importancia regional del tema, del poder político y económico del distrito a que pertenece y el grado de compromiso con sus electores. Del grado de centralismo político o autonomía de los estados federados. Del grado de politización de los temas en tratamiento y de la cercanía de la campaña electoral. De las convicciones morales y religiosas del legislador en relación al tema en debate.
Los aspectos subjetivos son difíciles de determinar pero la lealtad y las exigencias de lealtad juegan un rol especial que solo el grado de compromiso con los electores de su distrito o nuevas alianzas políticas pueden hacerlo variar.
IV. La moderna democracia representativa [arriba]
Sostenemos como muchos autores, que la democracia representativa tiene mayores bondades que los regímenes políticos de gobierno no democráticos. No es que nuestras democracias no tengan defectos y no haya que mejorarlas, sino que los demás gobiernos son peores y garantizan en menor medida los derechos humanos.
En los sistemas populistas el que gobierna dice interpretar la voluntad y el interés de su pueblo, el gobernante habla directamente con su pueblo reunido en la plaza o por televisión, el diálogo es en una sola dirección y el pueblo que lo sigue asiente a la voluntad del gobernante. El que no concuerda, no está en la plaza, apaga el televisor o cambia de canal.
El líder dice no necesitar intermediarios entre él y el pueblo, lo decide él con la gente, por eso minimiza, descarta o rechaza la representación en el Congreso.
Giovanni Sartori,[14] plantea que la moderna democracia representativa es un avance sobre la democracia directa. El exceso de participación fue lo que llevó a la Grecia antigua a la ruina, dando por resultado una hipertrofia de la política y un descuido de las demás funciones socioeconómicas que son sostén de la comunidad.
Los estados democráticos han evidenciado en su evolución distintas crisis políticas, que han dado lugar a cuestionar la representatividad de quienes fueron elegidos para llevar adelante el gobierno. La forma de evitar o minimizar la crítica ciudadana de falta de legitimidad en la representación, es adoptar formas de participación y control ciudadano en la aceptación y ejecución de las políticas públicas.
La democracia participativa se plantea como un eslabón entre la democracia directa y la democracia representativa, capaz de cumplir con ese control apoyada en los modernos medios de comunicación social.
IV.1. Participación ciudadana y democracias monitorizadas
Las formas semidirectas de participación política como la consulta popular, el plebiscito, el referéndum, la destitución popular y la iniciativa legislativa, recogidas algunas de ellas en la constitución nacional y otras en las constituciones provinciales de la República Argentina, en los hechos se han aplicado esporádicamente y vienen siendo reemplazadas por encuestas de opinión y por las manifestaciones vertidas en las redes sociales.
John Keane (2009) denomina democracias monitorizadas a aquellas que se encuentran expuestas o partícipes de los fenómenos de comunicación posibilitados por las nuevas tecnologías informáticas como el periodismo digital, las redes sociales, Youtube, Twiter, Facebook, webs u blogs que dedican su tiempo e información a cuestiones políticas y económicas o a la vida privada de sus protagonistas, que se suman a los más tradicionales medios de comunicación social como la prensa escrita, la radio y la televisión.
Esta combinación de tecnología y participación ciudadana se ve impulsada por el valor otorgado por la ciudadanía a la democracia participativa y la crítica a la representación.
Para este autor las dinámicas políticas y el sentir y actuar de la población en las democracias monitorizadas son muy diferentes a los de la era anterior en que se movía la democracia representativa. Los políticos se encuentran más expuestos a la información y a las redes sociales, pero también pueden comunicar mejor lo que hacen.
La combinación de la democracia monitorizada y la abundancia comunicativa produce un permanente flujo, de actores que interactúan permanentemente, colaborando en alguna ocasión con los gobiernos y en oposición en otras, en la lucha por definir y por determinar quién obtiene qué, cuándo y cómo[15].
IV.2. Participación política y participación social
Al proponerse fórmulas de participación ciudadana nos encontramos ante un problema que se produce en la realidad, el de democracia de doble representación: política y social. Por la primera los ciudadanos eligen a sus representantes políticos nacionales, provinciales y municipales por elección directa, pero no eligen a quienes detentarán la representación social que en virtud de la democracia participativa interactuarán o serán consultados por las autoridades electas, sin que hayan sido elegidos por la ciudadanía como sus representantes, sino por las instituciones a las que pertenecen, las que a su vez podrán ser más o menos representativas, o vía redes sociales por ciudadanos individuales sin la menor representación.
En caso de conflicto de opinión entre ambas representaciones política y social deberemos entender que salvo que los órganos del Estado propongan una consulta popular (Art. 40 CN), la Constitución nacional establece claramente que el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes elegidos por el pueblo. (Art. 22 CN).
Enfocando el tema desde un ángulo operativo Mario Robirosay Javier Pascuchi[16] expresan que el Estado, hoy, necesita involucrar a los diversos actores en los procesos de planificación, de modo de concertar con ellos las direccionalidades de su gestión y así ganar sus voluntades.
Sin ello, deberá estar respondiendo en cada momento a las turbulencias generadas por las intervenciones individuales y puramente competitivas de todos los actores sociales involucrados, movidos por sus intereses particulares.
Para afrontar con éxito los procesos de gestión participativa, cada uno de los escenarios de negociación y concertación deben ser limitados en su temática, es decir, recortados de alguna manera significativa, en función de una problemática a tratar. Estos recortes pueden ser focalizados sobre un territorio particular (por ejemplo, un barrio o un sector urbano), sobre una problemática particular de la ciudad (por ejemplo, la disposición de basura o el transporte de carga).
Estos recortes de escenarios permiten a la vez circunscribir la variedad de actores sociales participantes y pertinentes a cada problemática y poder trabajar con un número más manejable de participantes. Aún un número alto de personas participantes puede volverse eficaz si se aplican técnicas apropiadas de trabajo, alternadamente en pequeños grupos y en plenarios, y con apoyo especializado, por ejemplo, de psicólogos sociales.
Debe cuidarse que no queden excluidos actores sociales significativos respecto de la problemática en cuestión, e incluso de aquéllos que podrían tener los medios para impedir o distorsionar la intervención. Igualmente debe atenderse a que estén representados los organismos sectoriales pertinentes del Estado. Debe cuidarse la capacidad de conducción y la legitimidad de la representación de los participantes, sin ello, las personas participantes podrían estar negociando en rueda libre, sin garantizar que aquellos acuerdos que se hagan se vean respaldados.
Las audiencias públicas y las consultas públicas no pueden materializarse sólo bajo la forma de una suerte de cabildo abierto, quizás satisfactoria para algunos, pero altamente ineficiente, muy frustrante y nunca conclusiva.
En cuanto a los modelos de conducción social estos autores opinan que una discusión en un escenario participativo no puede durar infinitamente, sino que tiene que ser controlada en su desarrollo, acotada temáticamente y, sobre todo debe ser conclusiva en lo posible en la dirección para la que fue convocada.
IV.3. Las protestas sociales
Aunque incluyamos las protestas sociales, en la diversidad de convocatorias, como proposiciones pro positivas, las manifestaciones en espacios públicos de los movimientos sociales reivindicatorios de sectores sociales, de las que participan las redes sociales virtuales, los reclamos sindicales, las víctimas de la inseguridad, etc., la participación ciudadana no puede reducirse a estas expresiones, sin la institucionalidad con la que fuera pensada, formulada y escrita en las normas constitucionales.
Sin representación política territorial no está formalmente constituida la defensa de los intereses locales, no alcanzan las protestas de la comunidad organizada sin representantes elegidos por el Pueblo, aunque a falta de estos de hecho la gente se agrupe bajo una representación social o económica.
IV.4. La experiencia de las asambleas barriales en las plazas
En una entrevista en el programa DDT de canal 26 al ex diputado Zamora y el periodista Lanata coincidieron en que las asambleas barriales en Argentina de principios del siglo actual, comenzaron con la libre y entusiasta concurrencia de vecinos para tratar temas de su interés con el auspicio de las autoridades locales, pero al poco de andar fueron cooptadas por dirigentes de izquierda de escasa representación política, que se disputaron entre sí el control de las asambleas y propusieron asambleas alternativas en otras plazas y lugares públicos, a causa de la disidencia entre la propia dirigencia, pretendiendo sumar cada uno de ellos a sus escasas filas, a los vecinos que concurrían. La respuesta de los vecinos fue que dejaron de concurrir. Por su parte las autoridades locales y los partidos de oposición representados mayoritariamente fueron dejando de auspiciarlas. Los activistas sin votos vaciaron las plazas.
No hace mucho tiempo le preguntaban a un dirigente piquetero porque cortaban las calles y las avenidas, y respondió, porque no tenemos otra forma de hacernos ver y llamar la atención en forma pacífica, de otra forma la prensa y el gobierno no nos escuchan.
Las reivindicaciones sociales que procuran muchos de ellos merecen su atención, pero la representación política en las urnas de sus dirigentes no alcanza al uno por ciento del electorado.
V. Conclusión [arriba]
La representación del Congreso es siempre un freno al Poder, máxime si los representantes son elegidos por el Pueblo en elecciones libres y democráticas.
La actual trayectoria de los partidos políticos plantea cierto grado de impenetrabilidad en sus cuadros, para la gente común. Los modernos sistemas de comunicación y transparencia, de dialogo, de ida y vuelta en la transmisión de las opiniones, de conocer los antecedentes y actuación de cada miembro del partido y del representante local, pueden ayudar a refrescar el sistema de partidos. También que las leyes que autorizan su funcionamiento lleguen a exigir un mayor número de afiliados y un número mínimo de votos más alto, obtenidos en la última contienda electoral para la continuidad de la existencia del Partido y del candidato como tal, pueden contribuir a amortiguar la dispersión y proliferación de Partidos que al fin y al cabo se presentan bajo la estructura de coaliciones electorales, para poder tener posibilidades de triunfar. Esto implica modificar la ley de partidos políticos y los sistemas electorales.
Pedro J. Frías decía que la gobernabilidad exige una clase política que pertenezca estrechamente a su sociedad, pero sea capaz de dirigirla; que sea sensible a la gente, pero pueda orientar las preferencias hacia niveles de superación; que por la austeridad reordene los deseos hacia bienes inmateriales como la paz en la convivencia; la cultura general; la solidaridad[17].
Notas [arriba]
[1] Ponencia presentada en el XIV Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional, Buenos Aires, 21; 22 y 23 de Mayo 2019 – Facultad de Derecho UBA, Comisión Temática: Democracia Representativa en Crisis. Subtema: Democracia representativa. Partidos Políticos en la actualidad.
[2] Miembro Titular de la Asociación Argentina de Derecho Constitucional. Profesor de la Universidad de Morón y de la Universidad Nacional de La Matanza. Email: danielbaraglia@gmail.com. Categoría de inscripción: Ponente. Código EXP543IP27E.
[3] Arrieta Alberdi, Jon en Las Cortes de Castilla y de la Corona de Aragón (siglos XIII a XVIII): una visión de Conjunto.
[4] www.parliament.uk. The First Parliament – 2014.
[5] www.parliament.uk.
[6] En este Parlamento se estableció el cambió de idioma de los tribunales de justicia del francés al inglés.
[7] En esta se consideró a Francia común patria y la obligación de contribución. Y prevalece la opinión de la Corte Suprema de Justicia sobre la del poder ejecutivo y el legislativo.
[8] Arrieta Alberdi, Jon en Las Cortes de Castilla y de la Corona de Aragón (siglos XIII a XVIII): una visión de Conjunto. Cuenta que la función consultiva, ejercida por destacados miembros del grupo de nobles y dignidades eclesiásticas que rodean al rey, empieza a aparecer de forma cada vez más definida en los diplomas de cada uno de ellos. Tanto en Castilla como en Aragón y Cataluña, estas curias han tenido carácter de órganos de gobierno y de administración de justicia, facetas muchas veces difíciles de deslindar, y más entonces cuando gran parte de la acción regia se englobaba bajo el manto de la justicia que le correspondía impartir.
[9] Mc Nall Burns, Edward. Civilizaciones de Occidente. Siglo Veinte. Bs. As. 1988. Tomo II Pág. 510.
[10] Huntington, Samuel P. El orden político en las sociedades en cambio. Paidós Barcelona 4 º reimpresión 1997. Pág. 103.
[11] Juan Linz plantea sobre este tema el conflicto de doble representación en el Presidencialismo que no se daría en el Parlamentarismo al provenir el Premier del seno del Parlamento. Para el Abate Siéyès los diputados representaban a la Nación, con lo que los intereses nacionales prevalecerían sobre los locales.
[12] Baraglia, Daniel Fernando. 2003. La reforma jurídico institucional pendiente en la provincia de Buenos Aires. pág. 4 y sgtes. V Seminario Redmuni – Inap Mendoza 9 y 10 de octubre de 2003.
[13] El argumento parece irrefutable. Las centurias romanas elegían a su jefe entre quienes demostraban mayor capacidad en el combate. Napoleón elegía a sus Generales entre quienes habían demostrado mayor capacidad en la batalla y parecieran estar acompañados por la suerte. Pero estamos en política y en democracia no en una guerra.
[14] Sartori, Giovanni. Elementos de teoría política. Editorial Alianza ISBN 950-40-0083-5 Bs. As. 1992.
[15] Keane John. ¿Democracia monitorizada? Conferencia publica para la Universidad Jaume I. 2009. Traducido por Ramón A. Feenstra y Mary Savage. En www.thelifeanddeathofdemocracy.org. 2014.
[16] Robirosa Mario y Pascuchi Javier. Metodología de la gestión ambiental metropolitana la participación en la gestión. Justificación, malos entendidos, dificultades y estrategias Págs. 4, 5,7,8 y 12.
[17] Frías, Pedro, Sistemas Políticos y gobernabilidad.
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