JURÍDICO ARGENTINA
Doctrina
Título:Importancia de las metas de AICHI y los ODS para el futuro del cambio climático
Autor:Coria, Silvia
País:
Argentina
Publicación:Revista Iustitia - Número 10 - Agosto 2021
Fecha:05-08-2021 Cita:IJ-I-DCCVIII-611
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La biodiversidad es esencial para nuestra supervivencia
Por el logro de metas globales de biodiversidad con enfoque basado en derechos
Un marco a 2030 con perspectiva de género
Un relevante aporte regional
Acuerdo mundial para proteger la biodiversidad y evitar otra pandemia
Importancia de la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad

Importancia de las metas de AICHI y los ODS para el futuro del cambio climático

Mag. Silvia Liliana Coria

La biodiversidad es esencial para nuestra supervivencia [arriba] 

El cambio climático y sus cumbres anuales ocupan amplios espacios en los medios; por otro lado, la gente advierte sus efectos de manera directa, con eventos naturales cada vez más usuales y violentos que afectan sus vidas y bienes. La pérdida de especies y ecosistemas, por su parte, es silenciosa.

Exceptuando aquellas personas particularmente interesadas en la biodiversidad, la generalidad de las personas ignora lo seria que es su pérdida y lo que ella supone en términos prácticos para los humanos, y en general para todos los seres vivos.

Sin diversidad biológica la supervivencia de la humanidad simplemente no será posible. La biodiversidad está en crisis, ¿y eso en qué me afecta a mí? Y, por cierto, ¿qué es eso de la biodiversidad? Hay que reconocer que se trata de un concepto muy complejo. Estamos ante la variedad de la vida en la Tierra: animales, plantas, hongos, microorganismos, ecosistemas; en múltiples formas e incontables interacciones. Se debe considerar que, hasta la fecha, unas 1.5 millones de especies han sido descriptas, y son muchas más las que aún no se conocen (Larsen et. al., 2017). Con tales cifras ciertamente las interacciones son muchas y la complejidad, alta.

La diversidad biológica constituye la base para el bienestar y la salud humana, y es vital para comunidades enteras y diversos medios de vida del presente y del futuro. La actividad económica global depende en último término de la naturaleza. Se estima que, a escala mundial, la naturaleza proporciona servicios valorados en unos USD125 billones al año (WWF, 2018). La biodiversidad incluso hace posible la vida en las grandes urbes, donde ya vive más de la mitad de la población mundial; no obstante, gran parte de sus habitantes advierte a la naturaleza como algo lejano, no relacionado con la ciudad que los alberga ni presente en ella.

De una biodiversidad sana depende, nada más y nada menos, que un acceso seguro al agua, la seguridad alimentaria, un clima estable y la moderación de eventos naturales, la purificación del aire y el agua, la fertilidad de los suelos, la polinización de plantas, la descomposición de residuos, la obtención de medicinas, pestes y enfermedades bajo control, y valores culturales.

En definitiva, nuestro bienestar depende de los servicios ecosistémicos de los cuales la biodiversidad es su base (Millennium Ecosystem Assessment, 2005).

Las metas AICHI están alineadas con los Objetivos de desarrollo sostenible (ODS) y buscan principalmente:

1. Mitigar las causas por las cuales se está perdiendo la biodiversidad desde los ámbitos sociales y políticos.

2. Reducir las presiones que enfrenta y promover la utilización sostenible de los recursos naturales.

3. Mejorar la situación de la biodiversidad a través del cuidado de sus ecosistemas.

4. Optimizar los beneficios que la naturaleza nos brinda (aire limpio, agua dulce, alimentos.

5. Aumentar el conocimiento que las personas tienen sobre esta.

Ahora bien, ¿cuál es el panorama que se nos presenta?

La naturaleza nos provee servicios calculados en más de 125 billones de dólares anuales. Gracias a ella tenemos agua y aire limpio, alimentos, materia prima y protección frente a inundaciones, enfermedades, tormentas y otros desastres.

No es necesario que imaginemos qué pasaría si todo esto desapareciera, pues ya estamos viviendo las consecuencias del daño que nuestro consumo desenfrenado le ha hecho a la naturaleza.

Para mencionar una cifra: el 60 % de las poblaciones de especies han desaparecido en los últimos 50 años, según el Informe Planeta Vivo 2018 de WWF.

Hemos tenido la oportunidad de cambiar nuestra realidad.

Por ejemplo, con la celebración en Egipto de la COP 14 sobre biodiversidad, una de las tres agendas mundiales relevantes para el medio ambiente. En esta Conferencia, en la que WWF estuvo presente, los gobiernos de 196 países revisaron si en menos de 800 días es posible cumplir las Metas AICHI planteadas para 2020 o si por el contrario el mundo debe buscar una nueva hoja de ruta que detenga la pérdida de biodiversidad.

WWF se une al llamado por un nuevo acuerdo para la naturaleza y la humanidad. Sin embargo, es claro que estamos fracasando en abordar la pérdida de la naturaleza.

El reciente Informe Planeta Vivo de WWF mostró que la biodiversidad sigue disminuyendo, lo que tiene consecuencias devastadoras para las personas y el planeta. Además, ahora es evidente que la mayoría de las 20 Metas de Aichi para la Diversidad Biológica, establecidas en 2010 para hacer frente a algunos de los mayores desafíos ambientales a los que nos enfrentamos, no se podrán lograr en 2020, como se acordó.

Los esfuerzos globales para revertir la pérdida de la naturaleza han perdido el sentido de urgencia, compromiso político y resultados efectivos hasta el momento. Proteger y restaurar la naturaleza y la biodiversidad es fundamental para nuestra salud, bienestar, economías y para mantener e incrementar la prosperidad en todo el mundo. La COP 14 de la CDB es una ventana de oportunidad crítica para impulsar los esfuerzos globales con el fin de detener la pérdida de biodiversidad.

Coincido con lo dicho por Marco Lambertini, Director General de WWF Internacional:

“sentimos una aguda decepción, pues aún esperamos una visión coherente o un sentido de dirección. Necesitamos que la CDB alcance la más alta relevancia política y desarrolle una visión compartida mucho más alta si queremos alcanzar un Nuevo Acuerdo para la Naturaleza y crear un momento similar al de París para la biodiversidad en 2020. Al mismo tiempo nos dirigimos hacia el 2020 entusiasmados con la oportunidad sin precedentes de abrazar una ambición más clara y más alta; la velocidad y la escala son esenciales si queremos tener alguna esperanza de asegurar un futuro sostenible para el planeta y las personas”.

La expectativa de WWF es que la COP14 de la CDB concluya con una hoja de ruta sólida apoyada al más alto nivel político y ofrezca un ambicioso Nuevo Acuerdo para la Naturaleza y la Humanidad, en China en 2020. Necesitamos este Nuevo Acuerdo, que proteja y restaure la naturaleza para garantizar un futuro sustentable para todos.

La comunidad internacional reunida en la célebre Cumbre de la Tierra de Río en 1992, decidió adoptar el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), un acuerdo legalmente vinculante que hoy tiene prácticamente adhesión universal, 196 países lo han ratificado.

Tras una primera mala experiencia de labor estratégica en 2010, se adoptó en el marco del CDB un segundo Plan Estratégico para la Diversidad Biológica para el período de 2011-2023.

Este Plan se compone de una visión compartida para 2050, “vivir en armonía con la naturaleza”, una misión, objetivos estratégicos y 20 metas conocidas como las Metas de Aichi.

Estas metas abordan una variedad de temas que van desde especies y diversos hábitats naturales, hasta áreas protegidas, restauración de ecosistemas, educación y concienciación, el fin de los incentivos perjudiciales para la naturaleza y movilización de recursos dinerarios, entre otros. Se buscaba así contar con un marco que durante diez años guiara la acción de los Estados Parte y otros actores pertinentes, para salvar la diversidad biológica y mejorar sus beneficios para las personas.

Diversos documentos ponen de relieve que, si bien ha habido progresos, éstos se están haciendo a un ritmo insuficiente: la Perspectiva Mundial sobre la Diversidad Biológica ,que supuso una evaluación de medio término de las Metas de Aichi; el informe de la Secretaría Ejecutiva del CDB sobre las estrategias y planes de acción nacionales en materia de biodiversidad y los reportes nacionales; las evaluaciones regionales de la diversidad biológica y los servicios de los ecosistemas, y la evaluación sobre degradación y restauración de la tierra de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas, estos trabajos coinciden en que es necesario avanzar de manera urgente en la implementación de políticas y medidas que aborden de manera efectiva la pérdida de especies y ecosistemas.

El proceso de elaboración del marco mundial de la diversidad biológica posterior a 2020 se implementó en dos fases.

La primera consistió en generar un documento sobre la base de consultas entre los Estados Parte y los observadores en el CDB y sus Protocolos, así como con todos los interesados directos pertinentes a través de: talleres regionales o subregionales, temáticos y sectoriales, debates con los Estados Parte de otros convenios relacionados con la biodiversidad, consultas en reuniones de otros tratados y procesos, y eventos diseñados para fomentar el compromiso y las coaliciones con otros sectores de la sociedad civil.

La segunda fase del proceso con el objetivo de generar consenso acerca del alcance y el contenido del marco mundial post-2020.

Especialmente: acciones para movilizar la aceptación política al más alto nivel, y aumentar la visibilidad y el perfil político de la diversidad biológica; actividades de divulgación para alentar la participación en el proceso; alentar la organización de consultas nacionales por parte de los Estados, y de acciones de otros sectores como organizaciones internacionales, intergubernamentales, no gubernamentales y el sector privado.

Por el logro de metas globales de biodiversidad con enfoque basado en derechos [arriba] 

Ante la necesidad de adoptar un nuevo marco estratégico con objetivos y metas mundiales para salvar la biodiversidad a 2030, es importante que se siga construyendo sobre los logros ya alcanzados. En este sentido, las Metas de Aichi necesitan ser tomadas como una base, un piso mínimo, como aspiraciones oportunamente acordadas por los países sobre las cuales seguir trabajando (no regresión), y avanzar en prever las herramientas y estrategias necesarias para superar los obstáculos y barreras que se dieron en los últimos años.

Es muy relevante que este marco mundial para la biodiversidad post-2020 consagre enfoques basados en derechos. Si bien las Metas de Aichi prevén la participación de todos los actores interesados, e incluye expresa mención al respeto de los derechos de los pueblos indígenas y comunidades locales, carecen de una meta que consagre y transversalice este tipo de enfoques a lo largo de todas las acciones que de ellas se derivan.

Desde sus inicios el CDB tiene prácticas muy valiosas en materia de acceso a la información, incluyendo evaluaciones periódicas de los progresos realizados hacia el cumplimiento de los objetivos del tratado, facilitando una amplia participación de la sociedad civil, y reconociendo plenamente los derechos de pueblos indígenas y comunidades locales. Pero aún resta mucho por hacer, donde no todos advierten la interdependencia entre derechos humanos y biodiversidad; de por qué salvar a la biodiversidad requiere de la realización de los derechos humanos, piedra angular de una vida digna.

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), pionera y líder en la promoción de enfoques basados en derechos para la conservación, habla de “conservación con justicia” entendida en el sentido que

“todos los agentes gubernamentales y no gubernamentales (o los que estén involucrados en políticas, proyectos, programas y actividades que tienen un impacto potencial en la conservación de la naturaleza) deberían asegurarles a todas las personas potencialmente afectadas, sus derechos civiles y procesales que les garantizan las leyes nacionales e internacionales (Greiber, 2009)”.

Los enfoques basados en derechos se refieren a las relaciones entre los titulares de derechos y los titulares de deberes. Todos los seres humanos son titulares de derechos, y un enfoque basado en derechos necesita atender las desigualdades sociales y las distribuciones injustas de poder que limitan el ejercicio de derechos legítimos (Springer, 2016). Corresponde destacar que los responsables del cumplimiento, la protección y la realización de los derechos no sólo son los Estados, sino también organizaciones internacionales, el sector privado, e incluso las organizaciones no gubernamentales (Jonas, H. et. al., 2014).

Conservar la naturaleza contribuye a la realización de los derechos a la vida, a la salud, a la tierra, a la vivienda, a la alimentación, al agua y a la no discriminación. Un desarrollo humano sostenible, donde se cuide y valore a la naturaleza, contribuye al pleno ejercicio de derechos sociales, económicos, civiles, políticos y culturales. Mientras que la realización de los derechos humanos favorece a una conservación más exitosa, la falta de acatamiento de aquellos, por el contrario, puede socavar los resultados de conservación (Springer, 2016).

Son numerosos los informes que han puesto de relieve la interrelación entre conservación y derechos humanos. Particularmente se destaca el trabajo del ex Relator Especial de las Naciones Unidas sobre Derechos Humanos y el Medio Ambiente, Profesor John Knox. En uno de sus reportes Knox afirmó respecto de este tema que “la diversidad biológica es necesaria para el disfrute de una amplia gama de derechos humanos. Su degradación y pérdida socavan la capacidad de las personas para disfrutar de estos derechos”. Knox aclaró que, para apoyar el disfrute sostenido de los derechos humanos, sin embargo, el desarrollo “no puede sobreexplotar los ecosistemas naturales y destruir los servicios de los que dependemos. El desarrollo debe ser sostenible, y el desarrollo sostenible requiere la existencia de ecosistemas sanos”.

Knox, por otro lado, señaló en un informe sobre las obligaciones de derechos humanos vinculadas al disfrute de un medio ambiente sin riesgos, limpio, saludable y sostenible que las obligaciones procedimentales de los Estados en materia de derechos humanos en relación con el medio ambiente son:

a) evaluar el impacto ambiental y hacer pública la información ambiental;

b) facilitar la participación pública en procesos de toma de decisiones en materia ambiental, protegiendo los derechos de expresión y de asociación, y

c) dar acceso a recursos por daño ambiental.

Estas obligaciones encuentran fundamento en los derechos civiles y políticos, a lo que se suma el Principio 10 de la Declaración de Río 1992 sobre derechos de acceso en asuntos ambientales.

Por tanto, la consagración de la vinculación entre derechos humanos y biodiversidad en el plan estratégico del convenio internacional por excelencia para la diversidad biológica sería un muy buen paso en el sentido correcto.

El hecho de que la mayoría de las Metas de Aichi no se alcanzaran, no solo deja en evidencia que los Estados Parte del CDB no han abordado de manera efectiva los impulsores de la pérdida de especies y ecosistemas, sino que además se está ante el preocupante escenario de una continuada destrucción y degradación de la naturaleza que minará el disfrute de derechos humanos. Conectar los derechos humanos con la biodiversidad pone en evidencia que urge protegerla, y que tanto las medidas como las políticas de conservación y uso sostenible necesitan tener enfoques basados en los derechos. Si se respetan los derechos humanos, se fortalece la capacidad de lograr compromisos globales de conservación como los establecidos en el marco del CDB.

Por otro lado, el hecho de que el nuevo marco mundial para la biodiversidad tenga delante de sí la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, dotada de un carácter integrado e indivisible, y que coincida con ella en sus plazos, podría coadyuvar a atender efectivamente las causas de la pérdida de diversidad biológica, a crear un entorno propicio para la realización de las metas y objetivos del CDB, y a resaltar las ventajas de tener políticas de conservación con una perspectiva de derechos humanos.

Un marco a 2030 con perspectiva de género [arriba] 

Si se habla de un plan estratégico para la biodiversidad con enfoque de derechos, corresponde hacer especial mención a las mujeres y sus derechos.

El CDB cuenta con un Plan de Acción sobre Género 2015-2020. En los próximos meses, su Secretaría Ejecutiva estará llevando adelante, por encargo de los Estados Parte, un análisis sobre los avances hasta la fecha en la implementación de dicho Plan.

Recientemente los Estados Parte del CDB han puesto de relieve la necesidad de tener en cuenta consideraciones de género en la elaboración del marco para la biodiversidad post-2020 y, en consonancia con las metas de género de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), han llamado a la elaboración y aplicación de estrategias y medidas con perspectiva de género para apoyar la aplicación del Convenio y las Metas de Aichi en los meses que les restan.

Las mujeres son usuarias de recursos, gestionan la tierra. Necesitan ser reconocidas como agentes de cambio si se quiere un nuevo marco mundial para la biodiversidad que sea inclusivo, igualitario y con una perspectiva de derechos. Hay mujeres a lo largo del mundo que actúan como verdaderas guardianas de la naturaleza cada día, y que están usualmente sujetas a una realidad de amenazas y violencia. Debe asegurarse su plena incorporación a los procesos de toma de decisiones relativos a la biodiversidad, incluyendo el marco mundial post-2020 del CDB, y particularmente la participación de mujeres rurales e indígenas, para que se escuche su voz, sus conocimientos y prioridades si se quiere lograr medidas y resultados de conservación que sean efectivos y de largo plazo.

En esta línea, resulta necesario generar capacidades de las personas que son responsables de hacer respetar y hacer cumplir los derechos de las mujeres relativos a la biodiversidad y, asimismo, de aquellas personas titulares de deberes y de derechos para que se superen las barreras existentes de todo tipo, y puedan trabajar en conjunto y sinérgicamente por la salvaguarda de los sistemas que sustentan la vida en la Tierra.

Un relevante aporte regional [arriba] 

A los efectos de asegurar que el marco mundial para la biodiversidad post-2020 sea efectivamente producto de una activa participación y consenso global, los Estados deberán habilitar diversos espacios a escala regional y nacional para que la sociedad civil pueda hacer escuchar su voz y contribuir.

Al respecto, es de destacar que nuestra región puede hacer un muy valioso aporte para asegurar la participación de todos los interesados: el Acuerdo de Escazú.

Este tratado legalmente vinculante sobre el Principio 10 en América Latina y el Caribe (acceso a la información, participación pública y acceso a la justicia en asuntos ambientales) fue adoptado en marzo de 2018, tras seis años de intensas negociaciones.

El Acuerdo de Escazú establece estándares mínimos para el ejercicio de los derechos del acceso a la información, la participación y la justicia ambiental y en la gestión de recursos naturales, lo cuales contribuyen al ejercicio de derechos humanos fundamentales como el derecho a la vida, a la integridad y a la salud.

El Acuerdo ha sido firmado por 24 países de la región y ratificado por 12 de ellos: Argentina, México, Antigua y Barbuda, Bolivia, Ecuador, Guyana, Nicaragua, Panamá, Saint Kiss y Nevis, San Vicente y Granadinas, Santa Lucía y Uruguay.

Entrada en vigor: 22 de abril de 2021.

El Acuerdo de Escazú, el primero ambiental de la región, no solo es un instrumento legal innovador para la protección del medio ambiente, sino que también es un tratado de derechos humanos. Se trata de un paso importante para hacer realidad la democracia ambiental en América Latina y el Caribe. Pone en el centro a la ciudadanía, y hace especial foco en las personas y poblaciones vulnerables -las que más dependen de los servicios ecosistémicos- promoviendo su plena y efectiva participación.

Por otro lado, Escazú tiene por objetivo ser parte de foros y negociaciones ambientales internacionales, y ello incluye al CDB. Así, este acuerdo puede hacer una importante contribución a que se asegure en todos los países de la región el acceso a la información y una participación efectiva de la sociedad civil, incluyendo los sectores más vulnerables, en las negociaciones y debates para construir un nuevo marco que atienda la crisis que atraviesa la biodiversidad, así como en su instancia de implementación.

Además, puede hacer que dicha agenda global posterior a 2020 considere la perspectiva y prioridades de nuestra región, y consagre enfoques basados en derechos para la conservación.

El Acuerdo de Escazú es el primero en el mundo que incluye disposiciones sobre los defensores de los derechos humanos en asuntos ambientales, teniendo que asegurarse un entorno seguro y propicio para ellos, y medidas de protección y promoción de sus derechos. Escazú puede favorecer una sustantiva participación de los defensores en las discusiones globales de biodiversidad. Esto no solo pondría en valor su labor diaria, sino que también incrementaría la presión sobre los gobiernos para que tomen las medidas necesarias para protegerlos.

El CDB se encuentra en un momento especial. Todo indica que, pese a los esfuerzos realizados, la mayoría de las Metas de Aichi para la Biodiversidad 2011-2020 no se alcanzarán.

En la próxima COP15 en 2020 en Pekín, la comunidad internacional tendrá que adoptar un nuevo marco global para salvar la biodiversidad, sobre la base de los progresos hechos, abordando las deficiencias y obstáculos que se han planteado, y proponer una nueva estrategia que, sin dejar de ser ambiciosa, sea realizable.

¿Cuáles fueron los resultados más destacados de la COP 14?

• Se largó la carrera camino al post-2020. Se estableció un grupo de trabajo para apoyar la preparación del marco 2021-2030, así como las bases del proceso participativo global que tendrá lugar para construir las nuevas metas para la biodiversidad.

• Se revisaron los avances en la implementación del Convenio y su Plan Estratégico 2011-2020. Se reconocieron los esfuerzos hechos por las Partes hasta la fecha, pero se llamó a los países a acelerar sus acciones, particularmente las medidas de implementación para hacer realidad las metas establecidas a nivel nacional en sus estrategias de biodiversidad.

• Se adoptó una definición y se reconoció el valor de “otras medidas eficaces de conservación basada en áreas” como vías adicionales a las áreas protegidas clásicas, que permiten proteger la biodiversidad.

• Se adoptaron unas directrices voluntarias para el diseño y la implementación eficaz de enfoques basados en los ecosistemas para la adaptación al cambio climático y la reducción del riesgo de desastres.

• Se adoptó una decisión sobre polinizadores que llama a los Estados a abordar los impulsores del declive de los polinizadores silvestres y manejados en todos los ecosistemas. Asimismo, se alienta a los agricultores, apicultores, administradores de tierras, comunidades urbanas, locales y pueblos indígenas a adoptar prácticas amigables con los polinizadores.

• Se adoptó una orientación complementaria para evitar las introducciones no intencionales de especies exóticas invasoras asociadas al comercio de organismos vivos.

• Se pidió un enfoque precautorio y se alertó sobre los riesgos para la biodiversidad que pueden derivarse de nuevas tecnologías como la información de secuencia digital, la genética dirigida y la biología sintética.

• Se decidió revisar la implementación del Plan de Acción de Género 2015-2020 del Convenio a fin de identificar brechas, mejores prácticas y lecciones aprendidas; organizar talleres regionales sobre los vínculos entre género y biodiversidad; e incluir discusiones sobre ello en las consultas regionales para el marco post-2020.

• Se adoptó un procedimiento para evitar o tratar conflictos de intereses de los miembros de los grupos de expertos que usualmente se conforman en el marco del Convenio para formular recomendaciones sobre temas de relevancia.

Acuerdo mundial para proteger la biodiversidad y evitar otra pandemia [arriba] 

Jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo, entre ellos varios latinoamericanos, así como líderes de las Naciones Unidas expresaron en una cumbre de la Asamblea General su compromiso para acordar en 2021 un nuevo marco de protección de la biodiversidad.

Más de un millón de especies animales y vegetales están amenazadas en el mundo y la pandemia de COVID-19 ha recalcado aún más la “relación disfuncional” de los humanos con la naturaleza.

“La humanidad está librando una guerra contra la naturaleza, y necesitamos reconstruir nuestra relación con ella”, afirmó el Secretario General de la ONU durante la primera Cumbre de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad.

António Guterres recordó que más del 60% de los arrecifes del mundo está en peligro por exceso de pesca y prácticas humanas destructivas; que las poblaciones de vida silvestre están disminuyendo “en picada” por el consumo excesivo y la agricultura intensiva; que la tasa de extinción se está acelerando y hay un millón de especies amenazadas o en peligro de desaparecer; y que la deforestación, el cambio climático y la conversión de áreas silvestres para la producción de alimentos están destruyendo la “red de vida de la Tierra”.

“Somos parte de esa frágil red y necesitamos que sea saludable para que nosotros y las generaciones futuras podamos prosperar. Una consecuencia de nuestro desequilibrio con la naturaleza es la aparición de enfermedades mortales como el VIH-SIDA, el Ébola y ahora la COVID-19, contra las cuales tenemos poca o ninguna defensa”, aseguró el titular de la ONU.

Agregó que el 60% de las enfermedades conocidas y el 75% de las nuevas enfermedades infecciosas son zoonóticas, que pasan de los animales a los humanos, lo que demuestra la íntima interconexión entre la salud del planeta y la salud humana.

“La biodiversidad y los ecosistemas son esenciales para el progreso y la prosperidad humanos. Sin embargo, a pesar de los reiterados compromisos, nuestros esfuerzos no han sido suficientes para cumplir con ninguno de los objetivos mundiales de biodiversidad establecidos para 2020”, alertó.

Guterres dijo que es necesaria una ambición mucho mayor, no solo de los gobiernos sino de todos los actores de la sociedad.

“La degradación de la naturaleza no es un problema puramente ambiental. Abarca la economía, la salud, la justicia social y los derechos humanos. Descuidar nuestros preciosos recursos puede exacerbar las tensiones y los conflictos geopolíticos”, expresó.

Denunció que, no obstante, con demasiada frecuencia otros sectores gubernamentales pasan por alto o minimizan la salud ambiental.

“Esta Cumbre es nuestra oportunidad de mostrarle al mundo que hay otro camino. Tenemos que cambiar de rumbo y transformar nuestra relación con el mundo natural”, insistió Guterres.

Importancia de la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad [arriba] 

El objetivo de la reunión de líderes es destacar la crisis que enfrenta la humanidad por la degradación de la biodiversidad y aumentar la ambición del marco mundial de diversidad biológica que será adoptado por los países durante la COP15 en 2021, año en el que comienza la Década de las Naciones Unidas sobre esta cuestión.

El progreso hacia las metas mundiales de diversidad biológica establecidas hace diez años en Japón, incluidas las de los (ODS) Objetivos de Desarrollo Sostenible, ha sido insuficiente, con tasas de extinción de las especies que han aumentado de diez a cientos de veces más que los promedios históricos.

“Nuestra existencia en este planeta depende completamente de nuestra capacidad para proteger el mundo natural que nos rodea”, advirtió durante la reunión el presidente de la Asamblea General, Volkan Bozkir.

Bozkir recordó que los sistemas de salud dependen de una rica biodiversidad y 4000 millones de personas dependen de los medicamentos naturales para mantener su salud.

“El 70% de los medicamentos utilizados para el tratamiento del cáncer proviene de la naturaleza. Más de la mitad del PIB mundial, que es de 44 billones de dólares, depende de la naturaleza. No es de extrañar, entonces, que el Informe de Riesgo Global 2020 del Foro Económico Mundial clasificara la pérdida de biodiversidad y el colapso de los ecosistemas entre las cinco principales amenazas que enfrenta la humanidad”, apuntó.

Para el presidente, la reunión COP15 en China, debe hacer por la biodiversidad lo que la COP21 en París hizo por el cambio climático.

“Debe elevar el discurso a la corriente principal y colocarlo firmemente en la agenda política. Debe ayudar a garantizar que la biodiversidad y la gestión de los ecosistemas sean fundamentales para el desarrollo sostenible”, enfatizó.

Para concluir: por qué no se lograron las Metas de Aichi?

Según los expertos, consideran que los países se han concentrado en sus economías y en el aumento de sus poblaciones, sumado a los incentivos dañinos como subsidios a la industria de combustibles fósiles y a la pesca excesiva entre otros motivos.