JURÍDICO ARGENTINA
Doctrina
Título:El Coronavirus, el Derecho Procesal, la litigación y los abogados. Una mirada
Autor:González Castro, Manuel A.
País:
Argentina
Publicación:Revista de Derecho Procesal y Litigación de Córdoba - Número 4 - Mayo 2020
Fecha:01-04-2020 Cita:IJ-CMXIV-822
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Cuestión única

El coronavirus, el Derecho Procesal, la litigación y los abogados

Una mirada

Por Manuel Antonio González Castro

Cuestión única [arriba] 

Plazos fatales, plazos no fatales. Eficacia vs. Eficiencia. Perención de instancia sÍ… pero con cuál sistema; perención de instancia no y de ninguna manera. Organización judicial. Economía procesal. Incorporación de nuevas tecnologías… papel cero… cédula electrónica, digitalización, digitalización y más digitalización. En definitiva, abogados trabajando a día completo.

En los últimos tiempos en el Derecho Procesal y en los programas de litigación nos hemos dedicado a abordar con pasión cuestiones como las aquí enunciadas; y en el pedestal de todas ellas lo que sostenía su tratamiento no era otra cosa que el factor tiempo.

La preocupación principal no era siquiera la calidad ni la eficacia del ejercicio del poder, sino tan solo el tiempo y el tiempo (y hablo de tiempo solamente para ser benévolo y no quedarme en el instrumento que podría consagrar a cualquier funcionario como lo es la estadística).

En fin, tiempos y estadísticas… eso marcaba la tendencia y era la variable de justificación de hasta una razonabilidad perdida. Las estadísticas… mis estadísticas señalan… aún cuando nuestra sociedad y nuestra gente aprendieron hace tiempo a desconfiar de las estadísticas expuestas y se centran en la experiencia de lo próximo.

Lo cierto es que el paradigma del tiempo nos aceleró a todos con una virtualidad de infarto sin importar la calidad (muestra de ello es la oralidad civil implantada en la Provincia de Córdoba).

Ante cualquier crítica la prevalencia del factor tiempo se imponía y las palabras del gran Couture se volvían a repetir como un tañir horariamente rítmico: el tiempo en el proceso es más que otro, es vida.

Y en esta frase aparecía el remate inesperado y pocas veces reflexionado: el factor vida y con él el hombre.

En estos días todas esas construcciones iniciales y céleres se pararon. El silencio fue la única presencia veladora y atenta de la urna de Vélez Sarsfield.

Ya no había pasos perdidos en el majestuoso salón tribunalicio, por la simple razón de que ya no había pasos.

El servicio esencial pareció dejar de serlo.

Todo se redujo a la mínima expresión de un tribunal de feria, con la diferencia de que quienes voluntariamente hacia allí se dirigían no veían una compensación de próximo disfrute del tipo que fuere, sino que se iba al tribunal con el temor de que el enemigo acechara desde una trinchera oculta incluso en la misma barandilla.

Eso pasó. Algo invisible, increíblemente oculto pudo con todo el sistema, literalmente nos llevó puestos a todos. El enemigo oculto, sí aquél que posee un nombre regio amalgamado al rock. La testa coronada se impuso al tiempo y a su fragor. Nos dimos cuenta de que el hombre solo y sus sistemas de orden somos pequeños.

La reacción debió ser extrema y urgente (como debía ser) y una nueva inhabilitación se impuso. Los tiempos que avanzaban inexorablemente se suspendieron, las preocupaciones de la debida aceleración se pospusieron hasta que el combate dé respiro (sin instrumental médico tecnológico necesario) … y allí se verá…

Pero, frente a esto ¿qué?

Una actitud posible sería la del indiferentismo que ve a esta pandemia como algo que pasó y nada más. Obviamente parados en este lugar nada habremos aprendido.

La otra, que es mejor, es tratar de ver qué podemos sacar en limpio de lo que estamos viviendo, como una evaluación de lo actuado, diagnóstico de la situación y pronóstico a seguir.

Es que ha quedado claro también en estos días que la quietud es salud y vida. También sirvió para aprender que la edad, en cuanto experiencia, es valiosa.

Si ello es así, y no digo caer en el extremo del aislamiento, por qué no empezar a valorar el tiempo en su faz saludable, en lo que impacta en la salud e interioridad del hombre, en todo aquello que puede permitirle abrirse a la trascendencia en lugar de enfermarlo al aislamiento de los plazos infartantes, con cargas que los mayores, y quizás los mejores, no pueden resistir en un activismo que se ha vuelto intolerable y enfermizo.

Ya Leonardo Castellani veía, en otro terreno, el peligro del activismo, cuando decía que es un nombre ambiguo y poco feliz bajo el cual Croce comprende tanto al fascismo como a la tecnocracia yanqui.

Pregunto: Ese activismo judicial actual revestido de argumentaciones diversas ¿No ingresa en estas dos categorías señaladas? ¿No se ha demostrado fehacientemente su origen autoritario? ¿No estamos convencidos de que todo autoritarismo enferma? Y ahora esa tecnocracia electrónica (a la cual no me opongo en cuanto a su correcto uso) ¿no enfermará si su uso se torna abusivo?

Si pretendemos responder por la negativa, sinceramente creo que no sólo no hemos aprehendido nada, sino que además hemos logrado que el poco todo que nos queda haya sido despatarrado, con lo cual se profundizará la decadencia.

Quedarnos con lo importante, de eso se trata.

Trabajar con el gozo de la prudencia y no con la locura impuesta que se está tornando inmanejable, con pérdida de olfato y calidad.

Se me objetará las razones por las cuales publico esto en una Revista de Derecho Procesal y a ello respondo si es que no nos corresponde a los procesalistas pugnar en contra de los errores vigentes, vivos y actuantes, ¿entonces qué? Es que resulta más cómodo reducir al procesalista al cargo de profesor.

Se me dirá que me opongo al espíritu de iniciativa, tan malamente comprado muchas veces, a lo que contesto de nuevo con Castellani: será hora de empezar a ver espíritus de terminativa para ideas que van en contra de la hominidad.

Concluyo pensando que un virus, no de los informáticos, se llevó puesto al sistema todo.

Nosotros, de ahora en más, seguiremos discutiendo sobre esas mismas cuestiones o empezaremos a cuidar un trabajo esencial para la sociedad, de modo menos ficcional y con mayor salubridad.

Creo que en definitiva tiene razón Couture, el tiempo es vida, el tiempo… no su aceleración ineficiente, aunque con un rostro y maquillaje de eficacia.

Córdoba, Argentina, Cuaresma de 2020.
En pleno aislamiento por la pandemia del coronavirus.